Cada vez son más los trabajos que muestran la relación existente entre el ruido y algunos trastornos de salud, tales como discapacidad auditiva, alteraciones del sueño, deterioro del rendimiento cognitivo o la enfermedad cardiovascular. Es por ello que la Fundación Española del Corazón (FEC) recuerda que estar expuesto a un ruido mayor de 65 decibelios produce estrés biológico en nuestro organismo, hace aumentar la presión arterial y, si se produce de manera intensa y continuada, puede llegar a provocar un accidente cardiovascular.
Uno de los grupos que más nota estos efectos es, sin duda, el de las personas que viven cerca de los aeropuertos, que están expuestas a ruidos frecuentes y de alta intensidad. Este fue el grupo de estudio de un trabajo publicado en British Medical Journal que, tras investigar y analizar el número de ingresos hospitalarios y la mortalidad por accidente cerebrovascular, enfermedad coronaria y enfermedad cardiovascular en una población cercana al aeropuerto de Heathrow (Londres), constataron que los residentes de las zonas donde había más ruido tenían un 24% más de riesgo de ingresar al hospital debido a un ictus, un 21% más de riesgo de ingreso por enfermedad coronaria y un 14% más de riesgo de ingreso debido a enfermedad cardiovascular, que aquellos que vivían en zonas donde había menos ruido. En cuanto al riesgo de muerte, el riesgo relativo de mortalidad por ictus fue del 21%, para la enfermedad coronaria fue del 15% y para la enfermedad cardiovascular fue del 16%.
En este sentido, son varios los estudios epidemiológicos que han demostrado asociaciones entre la exposición a largo plazo del ruido de los aviones (el más molesto de todos los transportes) y un aumento de la hipertensión arterial y de los eventos cardiovasculares, aunque se desconocen aun las razones exactas de esta relación.
Precisamente, este ha sido el objetivo del siguiente estudio, publicado en European Heart Journal y llevado a cabo por investigadores del Departamento de Medicina de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz, en Alemania. Los investigadores realizaron un estudio de campo ciego sobre una muestra de 75 voluntarios sanos (con una edad media de 26 años y que en un 61% eran mujeres), los cuales fueron expuestos de forma aleatoria a diferentes secuencias de patrones de ruido: uno sin ruido y dos con reproducciones del sonido de diferentes números de vuelos (una reproducción de 30 vuelos y otra de 60 vuelos), con un nivel medio de presión sonora máximo (SPL) de 60 decibelios (dB).
El estudio evidenció que los adultos sanos que se habían expuesto tan solo una noche al ruido de 60 vuelos veían alterada su función endotelial, señalando una significativa contribución del estrés oxidativo en este fenómeno; aunque estos efectos fueron notablemente mejorados mediante el suministro de vitamina C. También se observó que la disfunción endotelial iba paralelamente acompañada de un aumento significativo de los niveles de adrenalina y de una disminución de la calidad del sueño, con un aumento de la presión arterial sistólica.
Ante estos datos, el Dr. Alejandro Berenguel Senén, vocal de la Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y miembro de la FEC, constata que, "estos nuevos hallazgos indican que la hipertensión observada en respuesta a la exposición al ruido durante la noche podría explicarse por el aumento de la activación simpática pero también por la disfunción endotelial"; quien añade que, "la Organización Mundial de la Salud indica que durante la noche no deberían de superarse los 30 decibelios para poder garantizar el descanso dentro de una comunidad. Lamentablemente, muchas veces es difícil que se logren cumplir estos niveles debido al ocio nocturno o a la cercanía de los aeropuertos, como ya hemos comprobado".
La contaminación acústica se ha convertido en uno de los principales problemas medioambientales de nuestro país. Así lo demuestra el informe "Ruido y Salud"* , donde se indica que España es el segundo país más ruidoso del mundo, solo por detrás de Japón, y que es el que posee un mayor índice de población expuesta a altos niveles de ruidos, con más de nueve millones de ciudadanos que soportan niveles por encima de los límites que permite la OMS, 65 dB durante el día y de 55 dB por la noche.
Desde la Fundación Española del Corazón se quiere recordar que debe ser prioridad de todos, tanto de las administraciones como de los ciudadanos, el crear entornos sonoros promotores de salud que velen por el descanso de la población. Por ello recomienda a los grupos más vulnerables al ruido (niños, enfermos crónicos y personas de edad avanzada) que eviten en la medida de lo posible las exposiciones a zonas de alto ruido, y a las administraciones que velen para garantizar que se cumplen las medidas adecuadas para la prevención de la contaminación acústica.
*Estudio elaborado por el "Observatorio Salud y Medio Ambiente DKV Seguros-GAES" con la colaboración de la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES).