"Conjunto de actividades necesarias para asegurar a los enfermos del corazón una condición física, mental y social óptima, que les permita ocupar por sus propios medios un lugar tan normal como les sea posible en la sociedad".
Importancia de las enfermedades cardiovasculares
Las enfermedades cardiovasculares causan 17,9 millones de muertes anuales en todo el mundo, según la World Heart Federation (WHF).
No obstante, esta patología es fundamentalmente prevenible. La OMS estima que, la incidencia de las enfermedades cardiovasculares se reduciría a la mitad si se lograra una modesta reducción en la presión arterial, obesidad, niveles de colesterol y tasas de tabaquismo por parte de la población.
Para el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares se han desarrollado con el paso de los años gran cantidad de alternativas terapéuticas. En cambio, los programas claramente orientados a la prevención y la intervención social, centrados en ayudar al paciente a conocer su enfermedad mediante distintos refuerzos e implicando activamente a éste con su propia patología, en muchas ocasiones están en un segundo plano.
Para muchos de nuestros pacientes con enfermedad coronaria los cambios saludables en el estilo de vida podrían reducir considerablemente el riesgo de complicaciones y mortalidad cardiovasculares.
Los factores de riesgo potencialmente modificables comprenden el tabaquismo, la inactividad física, la dieta, el peso, el consumo de alcohol y tóxicos y los factores psicosociales (por ejemplo depresión, ira, ausencia de apoyo social).
Las ventajas de las intervenciones destinadas a modificar estos factores de riesgo comprenden un bajo coste, pocos efectos secundarios perjudiciales y la posibilidad de aliviar o influir favorablemente sobre otras enfermedades crónicas (otras manifestaciones de la ateroesclerosis como la arteriopatía periférica, o ictus; reducir el riesgo de cáncer o diabetes mellitus tipo 2; osteoporosis, artrosis, etc).
Desafortunadamente, las modificaciones del estilo de vida pueden ser muy difíciles de poner en práctica para los pacientes. Los clínicos pueden aumentar las probabilidades de éxito si ayudan al paciente a comprender el perjuicio que acarrea el factor de riesgo y el valor de la intervención, le explican cómo evolucionará gradualmente la intervención, fijan unos objetivos claros y alcanzables, siguen y fomentan los progresos del paciente e identifican los obstáculos o las reacciones adversas.
Qué es la rehabilitación cardiaca
La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió la rehabilitación cardiaca (RHC) en los años sesenta como "conjunto de actividades necesarias para asegurar a los enfermos del corazón una condición física, mental y social óptima, que les permita ocupar por sus propios medios un lugar tan normal como les sea posible en la sociedad”.
La rehabilitación cardiaca es el conjunto de métodos que tienen como objetivo devolver a los enfermos el máximo de posibilidades físicas y mentales después de haber sufrido un evento cardiaco, permitiéndoles mediante este proceso de readaptación recuperar una vida normal desde el punto de vista social, familiar y profesional.
El objetivo fundamental es la disminución de la morbi-mortalidad de origen cardiaco. Otros objetivos son la mejoría de la calidad de vida, de los aspectos psicológicos y sexuales, de las relaciones sociales, y aumentar la tasa de reincorporación laboral.
El conjunto de medidas multidisciplinarias integradas en la rehabilitación cardiaca están dirigidas a mejorar la capacidad funcional del cardiópata mediante:
- Ejercicio físico
- Control de factores de riesgo, adoptando un estilo de vida cardiosaludable, y eliminando el hábito tabáquico
- Programa psicológico que persigue la normalización de la situación psicológica, reduciendo el estrés
- Programa educativo: aumento de los conocimientos de la enfermedad, de la medicación pautada por el cardiólogo
- Orientación sociolaboral
Fases de un programa de rehabilitación
La rehabilitación cardiaca después de un evento coronario se divide tradicionalmente en tres fases:
FASE I.
Fase hospitalaria. Una vez el paciente es estabilizado, la rehabilitación cardiaca se lleva a cabo de forma progresiva de modo que el paciente alcance, antes del alta, un nivel de actividad similar al necesario para llevar a cabo tareas simples de autocuidado personal y movilización en el ámbito doméstico.
FASE II.
Consiste en un programa intensivo de control de factores de riesgo y ejercicio monitorizado. Se lleva a cabo en las primera semanas o meses tras el evento agudo de forma ambulatoria: el paciente acude una o varias veces a la semana al centro para realizar la rehabilitación.
En esta fase intervienen diferentes profesionales para ofrecer una atención integral al paciente. Es lo que se llama ‘equipo multidisciplinar’. Este equipo básicamente está formado por:
- Cardiólogo. Es el coordinador de la unidad y el encargado de llevar al paciente y decidir el tipo de intervenciones a las que debe someterse. Atiende al paciente en caso de complicaciones.
- Enfermero. Es el encargado de llevar el día a día del paciente en lo que se refiere a evolución durante el programa, necesidades del paciente, cambios en su estado de salud y educación.
- Fisioterapeuta. En él recae el programa de ejercicio físico supervisado. Permanece con el paciente durante el entrenamiento pautado y ajusta dicho entrenamiento a sus necesidades.
- Médico rehabilitador. Planifica el ejercicio junto con el fisioterapeuta de forma individualizada para cada paciente.
- Psicólogo. Atiende los problemas que suelen acompañar con bastante frecuencia a este tipo de paciente: depresión, miedos, estrés emocional…
Por lo general el equipo incorpora también a un nutricionista que introduce al paciente en las pautas de alimentación saludable; un asistente social, encargado de vigilar las necesidades personales y familiares y un médico de familia que trabaja en coordinación con la unidad.
FASE III.
Es conocido que la adherencia a las recomendaciones médicas tras un evento isquémico cardiaco se reduce con el paso del tiempo debido a la perdida de motivación y escasez de refuerzo positivo por los distintos responsables en la atención al paciente. En este sentido, las estrategias de intervención basadas en el conocimiento de la enfermedad e implicación del paciente en su propia enfermedad con distintos refuerzos positivos, pueden mejorar los resultados a largo plazo. La fase III de la rehabilitación cardiaca es la fase de mantenimiento. Consiste en programas de ejercicio bien en domicilio, o en centros deportivos, acompañados o no de sesiones de recuerdo con información sobre estilos de vida saludable. El objetivo es mantener y progresar en los hábitos de vida cardiosaludables adquiridos durante la fase II.
¿Qué hace a la rehabilitación cardiaca un tratamiento distinto?
- Es un tratamiento poco agresivo y de escasa complejidad.
- Prácticamente no existen efectos indeseables.
- Es un tratamiento coste-efectivo.
- Es un tratamiento multidisciplinario.
- Su efectividad real depende de lograr un cambio en el estilo de vida del paciente.
- Potencia aspectos poco convencionales en la medicina actual:
- Fomenta la relación médico/terapeuta-paciente.
- Fomenta el conocimiento de la enfermedad por parte del paciente.
- Fomenta el autocontrol y el autocuidado.
- Fomenta la comunicación entre pacientes.
- Mejora la autonomía y la autoconfianza.
Objetivos de un programa de rehabilitación
Los objetivos de los programas de RHC podrían sintetizarse como sigue:
De carácter general y de calidad de vida:
- Facilitar el control de los factores de riesgo.
- Mejorar la capacidad física.
- Evitar posibles alteraciones psicológicas: control del estrés; conocimiento y aceptación de la enfermedad coronaria, planificación de la nueva situación socio-laboral, etc.
- Normalizar las relaciones socio-familiares y sexuales.
- Facilitar la reincorporación laboral.
- Mejorar la calidad de vida.
De carácter pronóstico:
- Estabilizar la enfermedad arterosclerótica y retrasar su progresión.
- Disminuir futuros eventos coronarios adversos (reinfarto, angina, insuficiencia cardiaca, etc…) y los ingresos por dicho motivo.
- Disminución del número de nuevos procedimientos invasivos.
- Reducir la mortalidad.
¿Qué resultados se obtienen?
Los datos actuales avalan con contundencia el papel de la modificación de los factores de riesgo y del estilo de vida en la prevención secundaria de pacientes con enfermedad coronaria. La rehabilitación cardiaca reduce ingresos por enfermedad cardiovascular, disminuye el riesgo cardiovascular del paciente mejorando los factores de riesgo y hábitos de vida.
Los registros y ensayos aleatorizados indican convincentemente que el objetivo holístico de un estilo de vida saludable, que implica intervenir en varios factores simultáneamente antes que modificar un único factor, es muy eficaz. No hay una intervención más eficiente tras un evento cardiovascular que la inclusión del paciente en un programa de rehabilitación cardiaca, dada la clara reducción de la mortalidad global y cardiaca.
Siempre, tras un ingreso por patología cardiovascular, pregunte a su médico por la posibilidad de inclusión en uno de estos programas.