La Fundación Española del Corazón (FEC) señala que los deportes aeróbicos ayudan a fortalecer el corazón, reducir la presión arterial y prevenir las enfermedades cardiovasculares.
Es importante tener conciencia de la intensidad y el volumen que se realiza cuando se practica un deporte, puesto que éstos pueden tener efectos beneficiosos para el corazón o, contrariamente, suponer un riesgo cardiovascular.
Según la clasificación de Mitchell, que se aprobó en la 36ª Conferencia de Bethesda y ha sido publicada en Journal of the American College of Cardiology, los deportes se clasifican en tres grados diferentes -alto, moderado o bajo- en función del consumo de oxígeno que se desarrolla durante la actividad física (componente dinámico), y la contracción de fuerza realizada durante la actividad (componente estático).
Según la Dra. Araceli Boraita, vocal representante de las sociedades filiales de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y cardióloga del Centro de Medicina del Deporte, “los deportes con mayor riesgo cardiovascular son aquellos que tienen un alto componente dinámico y un alto componente estático. Eso quiere decir que durante el entrenamiento y sobre todo, durante la competición, se utiliza más del 70% del consumo máximo de oxígeno del individuo. En cuanto a la fuerza, el componente estático, se requiere más del 50% de una contracción voluntaria máxima”. Ejemplos de este tipo de deporte que requieren un grado de esfuerzo alto son el triatlón, el patinaje de velocidad, el ciclismo, el remo o el boxeo.
Por otro lado, el golf, el billar, los bolos o el tiro olímpico son deportes que suponen un menor riesgo cardiovascular, puesto que tienen un bajo componente tanto dinámico como estático y, por lo tanto, son deportes que dependen más de la técnica empleada que del esfuerzo físico. “Hay que tener en cuenta que el gasto básico de oxígeno consumido en la vida cotidiana es de un 40% del consumo máximo. Por lo tanto, los deportes que exigen menos de un 40% del consumo máximo de oxígeno y menos de un 20% de lo que sería una contracción voluntaria máxima son los que no suponen ningún riesgo”, afirma la Dra. Boraita. “Pero realmente, si uno está sano, se prepara y hace un pre-acondicionamiento, los deportes que mejor favorecen la salud cardiovascular son los que tienen un alto componente dinámico y un bajo componente estático. No es lo mismo un profesional que un aficionado, pero la carrera a larga distancia, el tenis o el fútbol serían claros ejemplos”, prosigue.
El exceso de actividad física puede ser dañino
La FEC también destaca que hay que ser conscientes de las posibilidades que tiene nuestro corazón, sobre todo en aquellas personas que no están preparadas o habituadas a realizar ejercicio físico. Llevar a cabo un ejercicio que está por encima de nuestras posibilidades puede tener consecuencias irreversibles. “Cuando se hace un ejercicio muy intenso, se altera la coagulación perdiendose el efecto fibrinolitico del ejercicio moderado, además las plaquetas se agregan más existiendo un efecto trombótico y microtrombótico. Se pueden producir microtrombos, no sólo a nivel cerebral, sino también a nivel miocardico, generando accidentes cerebrovasculares y accidentes isquémicos agudos que pueden derivar en una arritmia ventricular y, como consecuencia, producirse una muerte súbita.”, alerta la Dra. Boraita.
Hay que tener en cuenta que las personas deportistas, sobre todo profesionales, que han realizado durante muchos años ejercicio aeróbico con alto componente dinámico y a alta intensidad, pueden sufrir adaptaciones cardíacas como, por ejemplo, la dilatación de las cavidades cardíacas auriculares, que con los años, pueden favorecer el desarrollo de arritmias supraventriculares.
No es recomendable que una persona que ha realizado mucho deporte durante un largo periodo de tiempo lo deje de practicar bruscamente. La Dra. Boraita afirma que “el organismo ha balanceado durante esos años de ejercicio el tono simpático y parasimpático del sistema nervioso. Sin embargo, si de repente un deportista deja de hacer ejercicio, el balance queda descompensado porque ya no tienen la descarga adrenérgica, la descarga de catecolaminas que se produce con el ejercicio y que provoca el aumento del tono parasimpático reflejo compensador. Es entonces cuando los dos tonos entran en desequilibrio y se dan las condiciones electrofisiológicas más favorables para que estas personas puedan padecer arritmias”.
No hay ningún deporte perjudicial
“Todos los deportes son buenos, no es que haya un deporte malo”, asegura la especialista. “Los efectos beneficiosos o el riesgo están en función del volumen y la intensidad a que uno los practique”.
Las personas que sufren o han sufrido alguna enfermedad cardiovascular no tienen por qué dejar de practicar ejercicio físico, sino que siempre habrá deportes que estarán indicados o contraindicados dependiendo el estado de su corazón. Según la Dra. Boraita, “Una persona puede quedar perfecta después de padecer un infarto y volver a practicar cualquier deporte. Lo aconsejable para estas personas es que no estén paradas y quietas, sino que hagan ejercicio físico habitualmente, siempre y cuando esté prescrito por su cardiólogo. Lo importante es saber cómo ha quedado el corazón después de haber sufrido una cardiopatía.”