El corazón se encarga de bombear sangre hacia todos los órganos decenas de veces cada minuto. Lo hace con una determinada presión -la presión arterial- y frecuencia cardiaca, que es el número de veces que el corazón late en un minuto. Medir esa frecuencia es importante porque, en caso de que no se ajuste a lo que el colectivo médico considera normal, puede alertarnos de un problema.