Hasta hace unos años, la cardio-oncología ni siquiera existía. Sin embargo, el avance en el desarrollo de tratamientos contra el cáncer, que están permitiendo incluso tratar fases avanzadas o metastásicas de la enfermedad, ha hecho necesaria la aparición de una nueva especialidad que permite adelantarse a los posibles efectos adversos del tratamiento y evitar que estos tengan consecuencias en la salud cardiovascular.
Hasta hace unos años, la cardio-oncología ni siquiera existía. Sin embargo, el avance en el desarrollo de tratamientos contra el cáncer, que están permitiendo incluso tratar fases avanzadas o metastásicas de la enfermedad, ha hecho necesaria la aparición de una nueva especialidad que permite adelantarse a los posibles efectos adversos del tratamiento y evitar que estos tengan consecuencias en la salud cardiovascular.
En la actualidad, las estrategias de cardioprotección y prevención en cardio-oncología se han convertido en una pieza clave para lograr que los pacientes con cáncer puedan recibir el tratamiento que necesitan sin interrupciones y con el menor riesgo de complicaciones cardiovasculares, combatiendo la cardiotoxicidad. Ponerlas en marcha requiere una colaboración estrecha entre todos los profesionales que atienden a estos pacientes durante las diferentes etapas del proceso del cáncer y que se integran en los equipos de cardio-oncología para evitar riesgos cardiacos en tratamientos oncológicos.
1. ¿Qué es la cardio-oncología y por qué es crucial para los pacientes oncológicos?
La cardio-oncología es una nueva especialidad dedicada a prevenir y tratar el posible daño que se puede producir en el corazón y en el sistema cardiovascular durante y después de los tratamientos contra el cáncer, incluyendo la quimioterapia, las terapias dirigidas, la inmunoterapia, el trasplante de médula ósea, los tratamientos hormonales y la radioterapia.
El objetivo fundamental de la cardio-oncología es facilitar el tratamiento del cáncer, consiguiendo que los pacientes puedan completarlo sin complicaciones cardiovasculares.
2. Riesgos cardiacos en pacientes con cáncer: ¿Cómo mitigarlos?
Como se explica en la Guía ESC 2023 sobre cardio-oncología, existen muchos tipos distintos de tratamientos contra el cáncer, y algunos de ellos pueden aumentar el riesgo de problemas cardiacos o circulatorios, lo que se conoce como “cardiotoxicidad” o “toxicidad cardiovascular” en cardio-oncología. Entre los tipos de complicaciones se incluyen:
- Infarto o dolor torácico conocido como angina
- Debilidad del músculo cardiaco que puede evolucionar a insuficiencia cardiaca cuando el corazón no bombea correctamente
- Inflamación cardiaca, conocida como miocarditis
- Latidos irregulares, conocidos como arritmia
- La formación de un coágulo en una vena (conocido como trombosis venosa profunda) o en los pulmones (llamado embolia pulmonar)
El desarrollo de estas complicaciones afecta a la calidad de vida y empeora el pronóstico global de los pacientes, especialmente si obligan a interrumpir tratamientos que estaban resultando eficaces para controlar el cáncer. El objetivo de la cardio-oncología es permitir que los pacientes con cáncer reciban el mejor tratamiento posible y que mantengan un corazón sano.
3. Estrategias de prevención cardiovascular en tratamientos oncológicos
Los equipos de cardio-oncología se encargan de realizar una valoración cardiovascular completa antes del tratamiento oncológico para identificar a los pacientes más vulnerables que van a necesitar una vigilancia más estrecha. En esta valoración es imprescindible considerar la edad del paciente, el tipo de cáncer que padece y el tratamiento que precisa, así como sus antecedentes oncológicos y de enfermedades cardiovasculares.
A través de escalas, el equipo de cardio-oncología establece el riesgo teórico que un paciente tiene de desarrollar complicaciones derivadas del tratamiento oncológico. En función del mismo es posible proponer las estrategias más adecuadas de monitorización y prevención cardiovascular. La frecuencia de las revisiones, así como el uso de fármacos cardioprotectores, debe individualizarse en función del tipo e intensidad del tratamiento y del perfil de riesgo estimado para cada paciente. Además de una valoración clínica cuidadosa suele ser necesario realizar estudios específicos (como electrocardiogramas, Holter o ecocardiogramas) para evaluar la función cardiovascular.
Tras completar la fase de tratamiento activo del cáncer es necesario estratificar el riesgo de complicaciones cardiovasculares a largo plazo y organizar, en caso necesario, una vigilancia periódica.
4. ¿Qué papel juega la prevención en la cardio-oncología?
Cáncer y enfermedad cardiovascular comparten múltiples factores de riesgo modificables (tabaco, alcohol, sedentarismo, obesidad, hipertensión, diabetes mellitus…) y no modificables (edad, sexo, predisposición genética). De hecho, se estima que al menos uno de cada tres pacientes con un nuevo diagnóstico de cáncer tiene antecedentes de problemas cardiovasculares o factores de riesgo cardiovascular que lo hacen más vulnerable a las terapias antitumorales.
Por eso la primera recomendación de los equipos de cardio-oncología es la adherencia a un estilo de vida cardiosaludable y el control estricto de los factores de riesgo cardiovascular preexistentes, incluida la presión arterial alta, la diabetes y el colesterol elevado, para ayudar a minimizar el riesgo de complicaciones cardiovasculares. En algunos casos es posible iniciar una medicación por adelantado para actuar como protección durante el tratamiento del cáncer.
Además, los especialistas en cardio-oncología consideran clave la valoración periódica de la función cardiaca, que permite detectar daño cardiaco en fases tempranas, generalmente asintomáticas y potencialmente reversibles, ante las que poder iniciar un tratamiento específico.
5. ¿Qué recomendaciones pueden seguir los pacientes para proteger su salud cardiaca durante y después del tratamiento?
- Conocer qué tratamiento oncológico va a recibir, sus posibles efectos adversos y síntomas de alarma para poder consultar a tiempo en caso necesario.
- Dejar de fumar y evitar el consumo de alcohol.
- Practicar ejercicio de forma regular, un mínimo de 150 minutos semanales, adaptado a las características de cada paciente.
- Comer sano evitando grasas saturadas y alimentos procesados.
- Acudir a las valoraciones cardiovasculares establecidas por sus médicos antes y durante el tratamiento del cáncer.
- Vigilar la tensión arterial, el peso y el control glucémico.
Si está tomando tratamiento para la tensión arterial, la diabetes o el colesterol, o si padece alguna enfermedad cardiaca, debe advertirlo a su médico.
En resumen, la cardio-oncología juega un papel clave en la prevención de complicaciones cardiovasculares en pacientes con cáncer. Seguir las recomendaciones de los equipos médicos y adoptar hábitos cardiosaludables puede marcar una gran diferencia en los resultados del tratamiento.
Si tienes más dudas acerca de la cardio-oncología o necesitas asesoramiento, consulta con nuestros especialistas hoy mismo.
Ficha explicativa
Encontrarás más información en la Guía ESC 2023 sobre cardio-oncología: Información para pacientes