Cuando sufrí un infarto no era conciente de por qué ha ocurrido. En ese momento te surgen muchas dudas y lo primero que haces es un repaso de tu vida. Te das cuenta que el ritmo que llevas, la alimentación, esas dos cajetillas de cigarrillos que fumas y la falta de ejercicio físico han sido factores decisivos para desencadenar el infarto. A partir de ahí, te surge la duda: ¿qué va a pasar a partir de ahora? Y tienes dos opciones: una, quedarte en casa llorando y, otra, salir llorado.
Cuando sufrí un infarto no era conciente de por qué ha ocurrido. En ese momento te surgen muchas dudas y lo primero que haces es un repaso de tu vida. Te das cuenta que el ritmo que llevas, la alimentación, esas dos cajetillas de cigarrillos que fumas y la falta de ejercicio físico han sido factores decisivos para desencadenar el infarto. A partir de ahí, te surge la duda: ¿qué va a pasar a partir de ahora? Y tienes dos opciones: una, quedarte en casa llorando y, otra, salir llorado.
A partir de ese momento, lo que te queda es decir que el único que puede ponerte encima de una bicicleta o una cinta andadora eres tú mismo; el único que puede servirte un plato de verduras en lugar de otro tipo de comida eres tú; y si lo que quieres es retomar tu actividad, es absolutamente imprescindible tomar conciencia de que eres tú quien puede conseguirlo. Lo único que puedo decir es que me siento mejor que antes y que físicamente me encuentro bien. Quiero enviar un mensaje de ánimo y deciros que sí es posible hacer una vida muy normal después de un infarto y sentirse bien con uno mismo.
Si quieres ver en vídeo el testimonio de Juan Bartolomé, haz clic aquí.