Se estima que afecta a entre 1,0 y 2,5 viajeros de avión de cada 10.000. Y se trata de un problema clínico potencialmente peligroso. Hablamos del llamado “síndrome de la clase turista”, relacionado con los vuelos de larga duración y la inmovilización prolongada. La buena noticia es que existen medidas para prevenirlo.