La Fundación Española del Corazón (FEC) participa en las XIII Jornadas Nacionales de Nutrición Práctica que se celebran estos días en el Colegio de Médicos de Madrid
Una dieta adecuada puede retrasar y ayudar a controlar los principales factores de riesgo cardiovascular: obesidad, hipertensión, diabetes e hipercolesterolemia.
Practicar ejercicio moderado, evitando así el sedentarismo, es un hábito de vida cardiosaludable, capaz de evitar el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares.
En pacientes que ya han padecido un accidente cardiovascular, la alimentación adecuada es esencial para mejorar su pronóstico y evitar recaídas o complicaciones.
La obesidad, el colesterol y la hipertensión son algunos de los principales factores de riesgo que intervienen en las enfermedades cardiovasculares y que pueden controlarse a través de la alimentación.
Los buenos hábitos de vida, entre los que la influencia de la alimentación resulta fundamental, previenen las enfermedades del corazón. “Las pautas alimentarias cardiosaludables incluyen la ingesta de fruta y verdura diaria, aceite de oliva, pescados y productos bajos en grasa: aves sin piel ni grasa, carnes magras”, señala la Dra. Nieves Tarín, cardióloga de la Fundación Española del Corazón (FEC), en el marco de las XIII Jornadas Nacionales de Nutrición Práctica que se celebran estos días en el Colegio de Médicos de Madrid y que analizan las últimas tendencias en nutrición y alimentación.
Teniendo en cuenta que las enfermedades cardiovasculares son las responsables de un tercio de las muertes que se producen en el mundo y que cada dos segundos se produce una muerte por enfermedad cardiovascular en el mundo, los cardiólogos recuerdan que “la alimentación y el ejercicio físico son dos de los pilares sobre los que se asienta el control de los principales factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares”, matiza la Dra. Tarín.
Ejercicio saludable
Una de las mejores estrategias de prevención de las enfermedades cardiovasculares se basa en la realización de actividad física. Practicar ejercicio moderado, evitando así el sedentarismo es un hábito de vida cardiosaludable, capaz de evitar el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares.
Además es necesario “vigilar las cifras de tensión arterial, los niveles de glucosa, de colesterol y el peso”, señala la Dra. Tarín. La frecuencia para realizar estas pruebas varía en función de la edad, los antecedentes de enfermedad cardiovascular y las cifras previas que se hayan obtenido en otros reconocimientos.
Si no se sigue una alimentación equilibrada el riesgo de aparición de problemas cardiovasculares a partir de la mediana edad se multiplica y éstos inducirán consecuencias más graves. Asimismo, en las personas que ya han padecido un accidente cardiovascular, la alimentación adecuada es esencial para mejorar su pronóstico y evitar recidivas o complicaciones.
Esta perspectiva motiva que se haga especial énfasis en extender hábitos alimenticios correctos en la población general de cualquier edad. Y es que, aunque generalmente la población sabe lo que es bueno comer y lo que es dañino para el corazón, existen importantes déficits en la información a los ciudadanos en este ámbito y en el cumplimiento de las recomendaciones efectuadas por los expertos.