El aumento del sedentarismo en los niños y la repercusión que este factor está teniendo sobre el incremento en la obesidad es uno de los hechos más preocupantes para la salud pública. Los estudios nos dicen que de seguir esta tendencia se podría producir incluso una disminución de la expectativa de vida en las próximas décadas.
Algo debemos estar haciendo mal para que lo más natural (que nuestros hijos se muevan) deje de serlo. Los hechos son incontestables: uno de cada cuatro niños es obeso y el patrón de actividad física diaria se ha reducido de forma muy considerable (el 50% de los niños no hacen la actividad física diaria recomendada). El hecho de que esta situación se esté dando en una sociedad tecnológicamente tan avanzada nos debería hacer reflexionar sobre qué factores son los que realmente influyen en la salud de nuestros hijos y, más concretamente, sobre cuál es el papel que el ejercicio y el deporte pueden jugar en este campo.
Algo natural
El hecho de que los niños, durante todo el proceso de crecimiento, tiendan a estar en actividad no es un hecho casual. El ejercicio no es una actividad que influya solamente en el mantenimiento del peso o en el desarrollo muscular, sino que realmente es un estímulo que potencia el desarrollo y la funcionalidad de la mayoría de nuestros órganos. Por ejemplo, los ejercicios de psicomotricidad, por ejemplo, cuando se realizan adecuadamente desde los primeros meses de vida, son un magnífico estímulo para el desarrollo de las funciones cerebrales. Y lo que es más importante, la infancia y la adolescencia son los periodos ideales para introducir el aprendizaje de los hábitos de vida que resultarán más productivos y saludables durante la vida adulta.
Los estudios muestran que cuanto antes se incorpore la actividad física como hábito en la infancia, mayores son las probabilidades de que éste se mantenga en la edad adulta. De hecho, las Asociaciones Americanas del Corazón y de Pediatría recomiendan que el ejercicio se comience a una edad tan temprana como a los 2 años.
Actividades recomendables
Cuando los adultos hablamos de ejercicio solemos pensar en alguien caminando en una cinta rodante o levantando pesas. Sin embargo, en el caso de los niños hacer ejercicio significa jugar y estar físicamente activos. Los niños hacen ejercicio cuando están en clase de gimnasia, cuando hacen deporte o cuando juegan a “policías y ladrones” con sus amigos. De forma general, el tipo de ejercicio que realicen los niños es poco importante, desde el punto de vista de la salud y siempre que hagan 45-60 minutos diarios de actividades de intensidad moderada-intensa. Pero, la promoción de la salud a largo plazo, a través del ejercicio físico en los niños, se basa en tres pilares centrales:
- Actividades aeróbicas que aumenten la resistencia: como por ejemplo deportes de equipo, la natación, el tenis, la bicicleta o el patinaje.
- Actividades que mejoren globalmente la fuerza muscular: no supone la utilización de pesas, aunque durante la adolescencia se pueden diseñar programas específicos que potencien esta cualidad física. Algunos buenos ejemplos de actividades que requieren autocargas (el propio peso corporal) como aquellos juegos incluyen saltos, la escalada en rocódromos, o la gimnasia deportiva, las artes marciales, etc.
- Actividades que mejoren la flexibilidad: es un componente vital de la forma física de los niños. Y precisamente a estas edades es cuando el grado de flexibilidad es mayor y por tanto hay que potenciarlo para llegar a su máxima capacidad. Por ello, hay que insistir mucho en los ejercicios de estiramiento durante el calentamiento, y especialmente cuando se vayan a realizar ejercicios de elevada intensidad.
El niño debe practicar...
- Hasta los 8 años: juegos, ejercicios de psicomotricidad, ejercicios de coordinación y equilibrio, ejercicios de sentido del ritmo y del espacio.
- Desde los 8 a los 12 años: ejercicios que contribuyan al crecimiento y desarrollo general, aumentando las actividades diarias, y desarrollando las principales cualidades físicas (resistencia, fuerza y flexibilidad). Este periodo es muy bueno para aprender la técnica de los distintos deportes.
- Entre los 12 y 14 años: aumentar el entrenamiento de la técnica de cada movimiento deportivo y comenzar algún tipo de competición que mantenga la motivación a través del juego.
- A partir de los 14 años se debe comenzar el entrenamiento.
El papel de los padres
- Aunque los niños suelen ser activos por sí mismos, los padres tienen una importante responsabilidad.
- Reducir el número de horas de actividades sedentarias, como son la TV, el ordenador, y los videojuegos.
- Los padres deben tratar de ser modelos de hábitos de vida saludables para sus hijos, llevando en este sentido una vida suficientemente activa en la que se incluyan actividades de ocio activo. Por último, es importante que las actividades que se propongan sean divertidas, ya que es determinante para la adherencia a las nuevas actividades físicas en los niños.
Autor
Dr. Carlos de Teresa
Médico del Deporte. Centro Andaluz de Medicina del Deporte. Granada