Ya han pasado todas las fiestas, todas las celebraciones con nuestra familia y amigos, y es el momento de sentarnos tranquilamente y reflexionar. Como en todos los nuevos ciclos, llegan las buenas intenciones, los buenos deseos, las nuevas metas.
Esta reflexión se hace tanto a nivel personal como profesional. Siempre sacamos unas conclusiones, aunque esto no es representativo de lo logrado, sino del nivel de exigencia de cada uno. Sin embargo, pocas veces conseguimos aquellas metas que tan seriamente nos planteamos en es tas primeras semanas de año.
Dirigir, no ser dirigidos
Lo primero y más importante que tenemos que hacer a la hora de plantearnos alcanzar algún objetivo es decidir qué es lo que realmente queremos conseguir. Nunca alcanzaremos ninguna meta si previamente no hemos determinado conscientemente qué queremos obtener.
Tenemos la mala costumbre de acomodarnos en aquello que tenemos y ni siquiera plantearnos aspirar a algo diferente o algo más. Actuamos de forma automática e inconsciente sumergidos en la rutina y los hábitos. Dejamos de tomar decisiones y nos dejamos llevar, permitiendo, de esta manera, que sean otros quienes tomen las decisiones por nosotros.
Sin embargo, ha llegado la hora de tomar las riendas de nuestra vida plantearnos y alcanzar aquello que nos hemos propuesto. Vamos a fijarnos un objetivo claro y vamos a encaminar todos nuestros recursos, que son muchos, a alcanzarlo.
Aclarar metas
¿Qué es lo que realmente quieres conseguir? Debemos reflexionar durante unos momentos y aclarar nuestras ideas. No sirven de nada las generalidades, hay que especificar a nuestro cerebro qué es lo que queremos conseguir para que sepamos concretamente cuáles son nuestras metas. Cuanto más claros y concretos seamos, más fácilmente lograremos lo deseado. En este sentido, es mucho mejor decir, por ejemplo, “quiero pesar 65 kilos para el verano de 2013” que decir “quiero perder los kilos que me sobran”. La diferencia, como se ve, es clara.
Asimismo, resulta imprescindible que la meta deseada la pronunciemos en positivo, es decir, solicitando lo que queremos conseguir, a dónde queremos llegar y no diciendo de dónde queremos huir, lo que no queremos. Nuestro cerebro no entiendo el 'no', por lo tanto lo que nos interesa que sepa es la meta concreta en positivo.
Además, resulta imprescindible utilizar variables que puedan ser medidas objetivamente (kilos, fechas concretas, centímetros, etcétera) para que nuestro cerebro sepa objetivamente qué queremos y cómo lo queremos. Siguiendo el ejemplo, debemos decir “quiero perder diez kilos”. Finalmente, hay que saber ser realista y no plantearnos metas imposibles de alcanzar. Una persona que pesa 150 kilos no puede pretender pesar 50 en un breve espacio de tiempo o una persona que se fuma tres paquetes de tabaco diarios no puede esperar dejar de fumar y convertirse en el corredor más rápido del momento. Tienen que ser objetivos realizables y posibles.
Soñar menos
¿Has pensado alguna vez cuántas horas del día dedicas a soñar? ¿Cuántos objetivos te has fijado a lo largo de tu vida? ¿Cuántos de ellos has cumplido? No hay un ser humano que no sueñe con una vida mejor, todos lo hacemos. Sin embargo, unos se quedan en ese simple pensamiento y otros pocos pasan a la acción. Constantemente, dejamos volar nuestra imaginación hacia un futuro prometedor y lleno de proyectos, sin embargo ahí radica el principal problema, perdemos demasiado tiempo soñando y no dedicamos nada de tiempo ni esfuerzo a trabajar en ese proyecto.
Hemos perdido la proporción y le concedemos un 90 por ciento a pensar en la meta u objetivo y apenas un 10 por ciento a la ejecución, a la acción. Está claro que falta dedicación y trabajo. La proporción debería invertirse.
Actuar fraccionadamente
Si dividimos en pequeñas porciones el bocadillo que queremos comernos, es mucho más fácil hacerlo, así que eso mismo vamos a hacer con la meta marcada. Vamos a experimentar y actuar de forma fraccionada y así obtenemos resultados más tangibles en un plazo de tiempo más breve. En nuestro ejemplo sobre la persona que quiere perder peso, se debe plantear perder dos kilos todos los meses hasta llegar a su peso ideal.
Una vez lo hemos dividido en fracciones, lo que tenemos que hacer es empezar a actuar sobre aquellas partes que consideramos más sencillas de alcanzar. Es mejor que al principio nos centremos en aquello que dominamos y sobre lo que tenemos control para poco a poco ir avanzando hacia partes más complicadas. Así, “debo caminar todos los días y, cuando haya implantado este hábito, haré deporte tres veces a la semana”. Si lo hacemos de este modo, al principio nadaremos a favor de la corriente y, cuando hayamos adquirido la confianza y fuerza suficiente, seremos capaces de enfrentarlos a retos algo más complicados. Y es que no hay duda de que, si vamos acumulando, poco a poco, pequeños éxitos, cada vez nos resultará mucho más sencillo atrevernos con cosas más complicadas que nos lleven, finalmente, a alcanzar nuestra meta por completo.
Ponerse al día
Recuerda la siguiente afirmación: tú cambias, tus metas también cambian. Modificar las metas no es sinónimo de fracaso sino de puesta al día. Si durante años te has planteado un objetivo y ahora consideras que está obsoleto, cámbialo sin problemas. Lo cómodo sería quedarnos con lo que ya tenemos o con lo que nos hemos planteado toda la vida, pero debemos darnos cuenta de que así nos quedamos estancados. En el cambio está el adelanto.
Por otro lado, sobre todo ahora al principio, es mejor que nos planteemos un único objetivo para que todas nuestras energías y recursos vayan encaminados a ello, sin que nuestra atención se vea desviada.
7 pasos para lograr tu objetivo
- Identifica la meta
- Ten presentes los beneficios y los beneficiarios
- Fíjate límites de tiempo
- Señala los principales obstáculos
- Reconoce las habilidades y elconocimiento requerido
- Busca individuos, grupos, organizaciones y compañías con las cuales trabajar
- Desarrolla el plan de acción
Define también el cómo
No sólo es importante definir el objetivo que queremos alcanzar, sino también cómo vamos a conseguirlo. Esto nos hará ver si estamos planteando o no una meta realista e iremos fijando el camino que debemos recorrer para llegar a ella. Es una buena forma de ir cumpliendo, poco a poco, el objetivo e ir modificando y adaptando la forma de conseguirlo, según nuestras posibilidades y el desarrollo de dicha meta.
Pensar para actuar
Una meta es una actividad o acción. Un objetivo no es algo teórico, ni impreciso, sino un acción concreta y determinada, se trata de algo que hacemos. Tenemos que ir centrando y mejorando nuestra puntería para llegar a dar en el blanco que nos habíamos propuesto. Tenemos que marcarnos los blancos que queremos alcanzar, pero, sobre todo, practicar una y otra vez para ir acercándonos cada vez más al centro.
Autor
Ricardo Ros, psicólogo y psicoterapeuta.
Artículo publicado en el número 71 de la Revista 'Corazón y Salud'