Cada minuto en Estados Unidos y cada seis minutos en Europa fallece una mujer por enfermedad cardiovascular. Esta es la primera causa de mortalidad en el sexo femenino por delante de otras enfermedades más asociadas a la mujer, como el cáncer de mama o la osteoporosis.
De hecho, sólo una de cada cuatro mujeres reconoce que las afecciones cardiacas son una amenaza mayor que el cáncer. En general, las enfermedades cardiovasculares suelen ser más graves en las mujeres. Por ejemplo, los varones tienen una probabilidad del 30% de morir por su primer infarto, mientras que en ellas esta cifra se eleva hasta el 50%. Una vez superado este primer infarto, el 25% de los hombres morirá durante el año siguiente, el porcentaje llega al 38% en mujeres.
Infradiagnosticada e infratratada
A pesar del esfuerzo y del avance científico desarrollado en los últimos años, aún persiste una notable diferencia entre ambos sexos ante las enfermedades cardiovasculares. Un aspecto crucial es el retraso en el diagnóstico, "es cierto que la sintomatología en ocasiones es diferente, como ya se evidenció en algunos estudios como el de MacSweeney, donde se identificaron diferentes manifestaciones clínicas en mujeres con un infarto agudo de miocardio, como ausencia de dolor torácico, mayor presencia de dolor en la espalda, interescapular, en el cuello, e incluso únicamente falta de aire, etc", comenta la Dra. Milagros Pedreira, miembro de la Sociedad Española de Cardiología y cardióloga del Servicio de Cardiología y Unidad Coronaria del Hospital Universitario de Santiago de Compostela, "también es verdad que los síntomas en situaciones de menor urgencia, con frecuencia en las mujeres se malinterpretan, relacionándolos con situaciones de ansiedad, estrés, etc.", afirma.
Esto lo demuestra un estudio presentado en Estados Unidos en 2008, que puso en evidencia que cuando un hombre y una mujer acuden a una primera visita en el servicio de atención primaria presentando los mismos síntomas, si la mujer explica que se encuentra en un momento de mucho estrés en su vida, sus síntomas se achacan erróneamente a esa causa, mientras que en el caso de los varones, se pronostica correctamente una enfermedad cardiovascular y por tanto, reciben antes un tratamiento adecuado. Los datos del estudio son muy reveladores: ante a los mismos síntomas, el diagnóstico de enfermedad cardiovascular se dio en el 56% de los varones frente al 15% de las mujeres, el 62% de las visitas de los hombres se derivaron a un cardiólogo, frente a un 30% en el caso de mujeres y, para finalizar, se prescribió una medicación adecuada para el tratamiento de enfermedades cardiovasculares al 47% de los hombres, mientras que solo se prescribió al 13% de las féminas. "De hecho, incluso las propias mujeres achacan, a veces, los síntomas de enfermedad cardiovascular al estrés por lo que no acuden al médico, o lo dejan para más tarde, cuando su estado empeora", comenta la Dra. Pedreira.
Es por ello que la Fundación Española del Corazón (FEC) quiere alertar a las mujeres sobre la necesidad de cuidar su salud y dar más importancia a determinados síntomas de enfermedades cardiovasculares que, a veces, en un primer momento, pueden achacarse a otras causas.
Desde el punto de vista del diagnóstico, algunas pruebas como las de esfuerzo tienen un valor limitado y sus resultados pueden enmascarar el diagnóstico correcto, aunque también existen otras con una alta fiabilidad como los test de provocación de isquemia (tanto con esfuerzo físico como con administración de fármacos que aceleran el corazón) que se complementan con técnicas de imagen, como por ejemplo la ecocardiografía de esfuerzo, que han demostrado un excelente rendimiento diagnóstico. Está demostrado que este tipo de pruebas, al igual que en el caso de las coronariografías, se solicitan con menor frecuencia en el caso de mujeres aunque refieran las mismas molestias que los varones.
Como consecuencia del retraso en la sospecha de enfermedad cardiovascular y de la menor utilización de algunos estudios complementarios, con frecuencia las mujeres reciben menos, o más tarde, el tratamiento necesario. Esto ha quedado de manifiesto en amplios registros como CRUSADE, que ha recogido datos de más de 165.000 pacientes de 400 hospitales norteamericanos en la última década.
Infrarrepresentada
Un obstáculo añadido para la mejora en la detección de enfermedades cardiovasculares en el sexo femenino, es que la mayor información sobre la eficacia de las estrategias terapéuticas se obtiene de estudios y ensayos clínicos en los que se incluyen mayoritariamente varones, y esto sigue sucediendo aunque en los últimos años se ha exigido una mayor presencia de mujeres en la investigación clínica. Datos publicados recientemente en Circulation Cardiovascular Quality Outcomes, revelaban que en ensayos de patología cardiovascular, en el mejor de los casos la inclusión de mujeres era del 44% en estudios de hipertensión arterial, el 40% en diabetes, el 38% en ictus y el 25% en enfermedad coronaria, a pesar de que estas son enfermedades muy frecuentes en el sexo femenino, sobre todo a partir de la menopausia. Las hormonas femeninas protegen a la mujer de la enfermedad coronaria al aumentar el colesterol HDL (bueno) y disminuir la viscosidad de la sangre, reduciendo el riesgo de trombosis. Cuando llega la menopausia y la mujer pierde su actividad estrogénica, se multiplican los factores de riesgo cardiovascular, produciéndose más diabetes, aumento del colesterol, sedentarismo y obesidad.
La limitación en cuanto al tratamiento de las mujeres se ha intentado paliar con importantes iniciativas y estudios, principalmente en Estados Unidos, como WISE (Women Ischemic Study Evaluation), específicamente diseñado para tener una valoración completa de la enfermedad coronaria, que nos han permitido conocer en profundidad estas características, pero este conocimiento no se ha traducido en un mejor cuidado de las pacientes femeninas.
Como concluía en una publicación de la Sociedad Española de Cardiología, la Dra. Pilar Mazón, presidenta de la Sección de Hipertensión Arterial: "la enfermedad cardiovascular en la mujer es más frecuente de lo que pensamos, más grave de lo que esperamos, la diagnosticamos menos de lo que debemos y la tratamos peor de lo que creemos".