Las hormonas tiroideas tienen efectos directos sobre el sistema cardiovascular. Recientes estudios asocian la alteración de estas glándulas (hipotiroidismo o hipertiroidismo) con un mayor riesgo de arritmias y muerte cardiovascular.
Ante este escenario, la Fundación Española del Corazón (FEC) quiere destacar el abordaje y la detección precoz de la enfermedad cardiovascular, sobretodo, entre aquellos pacientes que tengan algún tipo de trastorno tiroideo manifiesto (por fallo del tiroides el cual produce tiroxina) o subclínico (por fallo de la hipófisis o del hipotálamo).
La tiroides es la glándula endocrina que está situada justo arriba de la tráquea y que produce las hormonas tiroideas (la tiroxina o T4 y la triyodotironina o T3), encargadas de regular todas las actividades que componen el metabolismo de nuestro cuerpo, incluyendo la velocidad con la que se queman calorías y el ritmo al que late el corazón.
Una tiroides demasiado activa produce más hormonas de las que el cuerpo necesita, proceso que se conoce como hipertiroidismo. En este caso, el exceso de hormona tiroidea puede causar pérdida de peso, aumento de la frecuencia cardiaca, sensibilidad al calor, sudoración excesiva, ansiedad, evacuaciones flojas, irritabilidad, cansancio, debilidad y trastornos en la menstruación. Además, se calcula que aproximadamente una de cada cien mujeres y uno de cada mil hombres desarrollan hipertiroidismo en algún momento de su vida.
Sufrir hipertiroidismo conlleva un mayor riesgo de desarrollar fibrilación auricular (FA), así lo indica una investigación llevada a cabo por investigadores del Hospital Universitario Gentofte en Hellerup (Dinamarca) y publicado en la revista British Medical Journal (BMJ). Se trata de un estudio realizado a 586.460 pacientes adultos de atención primaria de la ciudad de Copenhague, a los que se evaluó la función tiroidea por primera vez entre los años 2000-2010 y a los cuales no se les había diagnosticado ningún síntoma de enfermedad tiroidea ni de FA.
Estos individuos tenían una media de edad de 50 años y eran, en el 61% de los casos, mujeres. De éstos, 562.461 (el 96%) eran eutiroideos (es decir, que poseían niveles normales de tiroxina), 1.670 (0,3%) presentaron hipotiroidismo manifiesto, 12.087 (2%) tenían hipotiroidismo subclínico, 3.966 (0,7%) tenían hipertiroidismo manifiesto y 6.276 (1,0%) tenían hipertiroidismo subclínico.
Los resultados mostraron que, después de cinco años y medio de seguimiento, 17.154 del total de los pacientes (lo que representa el 2,9%) fueron diagnosticados por primera vez de FA y que un 53% eran mujeres.
En porcentajes, desarrollaron FA cerca del 2,9% (16.275) de los eutiroideos; alrededor del 4,6% (183) de los pacientes con hipertiroidismo manifiesto, cerca del 7% (435) de los pacientes con hipertiroidismo subclínico, el 2,5% (42) de los pacientes con hipotiroidismo manifiesto y cerca del 3,4% (402) de los que tenían hipotiroidismo subclínico. Así, se demuestra que las personas con hipertiroidismo subclínico tienen un aumento del riesgo relativo del 23% de desarrollar fibrilación auricular (FA), en comparación con los individuos con función tiroidea normal, y de hasta el 30% en aquellas personas que poseen hipertiroidismo manifiesto
Además, en comparación con los pacientes eutiroideos, el riesgo de FA en los pacientes con hipertiroidismo subclínico aumentó con la disminución de los niveles de TSH. Así, el trabajo revela que, en los pacientes con función tiroidea normal, el riesgo de FA aumentó un 11% con función tiroidea normal alta (0,2-0,4) y, en pacientes con hipotiroidismo subclínico, este riesgo se elevó a un 30% cuando se les redujo los niveles de TSH hasta <0,1.
En conclusión, el estudio demuestra que el riesgo de padecer FA está estrechamente asociado con la actividad de la tiroides. Los resultados indican que los pacientes con hipotiroidismo manifiesto tienen un bajo riesgo de padecer una FA y, en cambio, los pacientes con hipertiroidismo tienen un elevado riesgo de presentarla. En el caso de la enfermedad tiroidea subclínica, los riesgos están asociados de forma variable y dependiente a los niveles de TSH, aumentando el riesgo de FA con el descenso de los niveles de la TSH.
En este sentido el Dr. Ángel Moya, presidente de la sección de arritmias y ritmo cardiaco de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y miembro de la Fundación Española del Corazón (FEC) destaca que, "hasta el momento se conocía que el hipertiroidismo manifiesto estaba asociado con fibrilación auricular; ahora, gracias a investigaciones como esta, vemos que también el hipertiroidismo subclínico (es decir, la reducción de la TSH <0,47 pero con niveles de concentración de tiroxina libre dentro de los rangos de referencia), se asocia con frecuencia cardiaca elevada y un aumento de las arritmias".
"La FA es la arritmia cardíaca más común en los ancianos. Se calcula que en España el 4,4% de la población mayor de 40 años padece esta enfermedad, la prevalencia de la cual se duplica a partir de los 70 años, y que se asocia a un mayor riesgo de accidente cerebrovascular, embolismo periférico y mortalidad", recuerda el Dr. Moya.
Por el contrario, una glándula tiroides que no sea lo suficientemente activa desarrolla hipotiroidismo, que puede provocar aumento de peso, fatiga, lentitud, dificultad para lidiar con las bajas temperaturas, debilidad, estreñimiento, depresión, sangrados menstruales abundantes o ronquera. Se calcula que afecta entre el 4% y 20% de la población y que, en ocasiones, puede trascurrir sin síntomas u ocasionar múltiples síndromes de diversa intensidad en el organismo.
En este sentido, son varias las investigaciones que han manifestado que el hipotiroidismo subclínico (valores de TSH entre 5 y 20mlU/I con concentraciones normales de hormona T4 (4,5-12ug/dl), empeora el perfil lipídico, promoviendo la formación de placas de colesterol y la aparición de eventos isquémicos.
Recientemente se ha publicado un estudio observacional en el Journal of the Amercian College of Cardiology (JACC), donde se demuestra la relación existente entre el hipotiroidismo subclínico y mortalidad cardiovascular.
El trabajo, que ha realizado un seguimiento durante una década a 115,746 taiwaneses mayores de 20 años, sin historial previo de enfermedad tiroidea, evidencia diferencias en las características basales de las personas con y sin alteración tiroidea. Así, las personas con hipotiroidismo subclínico eran mayores (47años vs. 43años) y en su mayoría mujeres (72% vs. 52%), con niveles ligeramente más elevados de peso, de presión arterial, colesterol, triglicéridos y HDL. Además, eran más diabéticos e hipertensos, no habían entrado en contacto con agentes tóxicos (como el tabaco o el alcohol) y poseían unos ingresos y nivel educacional menores que la población eutiroidea.
Los resultados evidenciaron que, durante el seguimiento, hubieron 3.669 muertes, 680 de ellas relacionadas con la enfermedad cardiovascular. Al ajustar los datos según distintas variables como el sexo, edad o antecedentes, las diferencias más significativas entre ambos grupos se encontraron en los datos de mortalidad global a partir de los 5 años, la mortalidad global y cardiovascular en mayores de 65 años y en niveles de TSH entre 5 y 10 mlU/l.
La investigación concluye que la presencia de hipotiroidismo subclínico no supone ningún aumento de la mortalidad total, pero sí un aumento del riesgo en la mortalidad cardiovascular del 14% y a un aumento del riesgo de eventos cardiovasculares en un 18%.
A raíz de esta y otras investigaciones, el Dr. Moya destaca que, "estos trabajos nos muestran que, aunque normalmente tenemos presentes las alteraciones tiroideas en los pacientes con arritmias, también es importante considerar y analizar estas alteraciones cuando son subclínicas, ya que se ha demostrado que también aumentan en el riesgo de FA y mortalidad cardiovascular". Por este motivo, la FEC recomienda un mayor atención de este tipo de enfermedades en aquellos pacientes que presenten alguna alteración de la función tiroidea y recuerda que la FA es una arritmia cardíaca común y un importante factor de riesgo para el accidente cerebrovascular isquémico e insuficiencia cardiaca.