Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) son claros: la contaminación del aire es responsable de alrededor de siete millones de muertes al año en el mundo, de las cuales 2,5 millones corresponden a enfermedades del corazón (25%), y 1,4 millones a ictus (24%). Desde este organismo se refieren a la contaminación del aire como el “nuevo tabaco”, poniendo en evidencia que la contaminación ambiental se ha convertido en uno de los principales retos de salud pública a nivel mundial.
Consciente de esta problemática y de su impacto sobre la salud cardiovascular, la Fundación Española del Corazón (FEC) celebra el próximo lunes 26 de noviembre, a las 9.45 horas en la Casa del Corazón (Madrid), la jornada “Impacto de la calidad del aire en la salud cardiovascular”. Un proyecto conjunto con la European Public Health Alliance, EPHA por sus siglas en inglés, en el que la FEC cuenta con la colaboración de la Universidad de Deusto.
En el encuentro participarán expertos en el área de las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, así como responsables en definir y aplicar políticas de salud y medioambientales con el objetivo de sensibilizar y orientar sobre un tema de máxima importancia y actualidad.
Los productos contaminantes de mayor impacto medioambiental son las partículas de la materia en suspensión, tanto sólidas como líquidas, siendo las de mayor peligrosidad las que miden 2,5 milimicras o menos; el ozono; el monóxido de carbono (CO); el dióxido de nitrógeno (NO2); el dióxido de azufre (SO2) y los compuestos orgánicos volátiles (COV). “Todas estas sustancias vician el aire, haciéndolo insalubre y peligroso. Su paso a la sangre, a través de la barrera alveolar, favorece el desarrollo de cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca, arritmias graves que pueden generar en parada cardiocirculatoria, ictus, tromboembolismo pulmonar y sistémico, trombosis venosa profunda y arterioesclerosis acelerada”, indica el Dr. José Luis Palma, vicepresidente de la FEC, quien recuerda que, dentro de estos graves procesos, “la enfermedad coronaria y el ictus representan el 80% de todas las muertes debidas a la contaminación ambiental”.
Reducción y limitación del tráfico rodado
Aunque la mayoría de actividades desarrolladas en las sociedades contemporáneas generan productos contaminantes, el tráfico rodado es uno de los principales responsables del deterioro de la calidad del aire en las ciudades.
Estudios españoles han revelado que su contribución en este sentido oscila entre un 70 y un 80% en la contaminación por partículas en suspensión de menos de 2,5 micras (PM 2,5), compuesto que tiene un impacto directo sobre la salud de la población y que, en la actualidad, es el mejor indicador de la contaminación urbana. “Se ha estudiado que los aumentos de PM 2,5 en el aire incrementan el riesgo de morir por cualquier causa y, en especial, de fallecer por enfermedades del aparato circulatorio y cáncer de pulmón”, expone el Dr. Palma.
Los vehículos con motores diésel no provistos de catalizadores selectivos son los que emiten más material particulado y de menor tamaño. Por eso, las medidas encaminadas a la reducción y limitación del tráfico rodado se plantean como una de las soluciones más inmediatas. El borrador de ley de cambio climático y transición energética del Gobierno ha fijado para el año 2040 el fin de las ventas de vehículos, no sólo diésel, sino también gasolina e híbridos.
El vicepresidente de la FEC asegura que “el 93% de la población española respira un aire que excede los límites considerados como peligrosos para la salud” y concluye que “la salud cardiovascular y respiratoria de la población será mejor cuantos más bajos sean los niveles de contaminación del aire”.