El último artículo 'inteligente' que persigue vigilar nuestra salud cardiovascular es un asiento que monitoriza la frecuencia cardiaca del conductor. Sus creadores aseguran que puede alertar de un inminente infarto y reducir los accidentes de tráfico derivados de este tipo de episodios.
Este prototipo de asiento, desarrollado por una conocida multinacional de automóviles, se basa en la tecnología ECG (electrocardiográfica), que a diferencia de los equipos de electrocardiogramas que podemos encontrar en una consulta médica, y que requieren la aplicación de electrodos metálicos en la piel del paciente, posee seis sensores que detectan y registran la actividad cardiaca a través de la ropa del conductor. Según sus desarrolladores, las pruebas realizadas hasta el momento ofrecen lecturas precisas al 95% de conductores durante el 98% del tiempo de conducción. El registro puede ser analizado por expertos o por software médico, y permite detectar signos de irregularidad que alerten al conductor de la necesidad de buscar atención sanitaria.
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Principales complicaciones
Una de las limitaciones en la utilización de estas tecnologías es que muchos de los materiales empleados en la elaboración de las prendas de ropa dificultan la lectura de la actividad eléctrica del corazón, como es el caso de la lana o algunos tejidos sintéticos. De ahí que los responsables de este invento continúen trabajando en el desarrollo de sensores que permitan la lectura en un número más amplio de materiales.
Otras experiencias: la 'camiseta inteligente'
Hace algunos años también se dio a conocer el proyecto My Heart, diseñado por investigadores del Instituto Cardiovascular del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, en colaboración con las Universidades Politécnicas de Madrid y Valencia y el Hospital Universitario de Aachen (Alemania). En este proyecto, financiado por la Unión europea, se monitorizaba a 200 pacientes con insuficiencia cardiaca, a través de unas camisetas con sensores y electrodos que, al entrar en contacto con la piel, controlaban las señales biomédicas (ECG, respiración, movimiento, etc.) y conectaban al paciente a un programa de telemedicina mediante el cual un equipo sanitario vigilaba a los enfermos a distancia. Los resultados obtenidos por la camiseta permitían a los especialistas indicar cambios en la dieta o en la medicación, y hasta ordenar el ingreso del paciente en caso de que fuera necesario.
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¿Qué te parecen este tipo de tecnologías aplicadas a la salud? ¿Crees que podrían ser implementadas a corto plazo en productos de gran consumo? ¿Consideras útiles estos artículos? Nos interesa tu opinión.