El estrés laboral es uno de los problemas de salud a los que se está prestando mayor atención. Esto se debe, fundamentalmente, a que cada vez conocemos más sobre la magnitud e importancia de sus consecuencias. Gestionarlo o prevenirlo nos ayudará a mantener un adecuado nivel de salud, tanto mental como físico.
En el trabajo de algunos colectivos es el estrés, tal vez, el trastorno psicológico que más afecta su salud, provocando alteraciones y disfunciones que repercuten tanto en los trabajadores como en el funcionamiento de la empresa. Desde aspectos ambientales, como el ruido; hasta factores interpersonales, como la relación con los compañeros, o la falta de conciliación entre la vida personal y la laboral, pueden ser clasificados como fuentes inagotables de estrés para muchos empleados.
¿En qué consiste?
El estrés se define como una reacción fisiológica del organismo ante una situación que la persona percibe como amenazante; es una respuesta automática y necesaria para la supervivencia. Cuando esta respuesta natural aparece en exceso, se produce una sobrecarga de tensión que repercute en todo el organismo, y provoca la aparición de enfermedades y alteraciones de la salud que impiden el normal desarrollo y funcionamiento del cuerpo humano.
El estrés relacionado con el trabajo se describe como una serie de reacciones físicas y psicológicas que ocurren cuando los trabajadores deben hacer frente a exigencias ocupacionales, que no se corresponden con sus conocimientos, destrezas o habilidades. Las reacciones del trabajador frente al estrés pueden incluir respuestas fisiológicas, emocionales, cognitivas y conductuales:
- Reacciones fisiológicas: aumento del ritmo cardiaco, de la presión sanguínea y de la tensión muscular, sudoración, incremento de la producción y secreción de adrenalina, y respiración superficial con mayor frecuencia.
- Reacciones emocionales: miedo, irritabilidad. humor depresivo, ansiedad, enojo y motivación disminuida.
- Reacciones cognitivas: atención disminuida, reducción de campo de percepción, olvidos, pensamientos menos efectivos, reducción de la capacidad de solucionar problemas y de aprendizaje.
- Reacciones conductuales: disminución de la productividad, mayor consumo de cigarrillos, drogas y alcohol, cometer errores...
¿Qué lo produce?
El estresor en el ambiente laboral es un aspecto que el trabajador percibe como nocivo y de carácter crónico, sintiéndolo como 'una amenaza' que desencadena un conjunto de reacciones fisiológicas y psicológicas. En general, los estresores laborales se podrían dividir en cuatro categorías:
- Ambiente físico de trabajo y contenidos del puesto que se desempeña.
- Desempeño de tareas, relaciones interpersonales y desarrollo de la carrera.
- Nuevas tecnologías y otros aspectos organizacionales.
- Relaciones trabajo-familia (ambos aspectos no se compaginan).
Los profesionales con más tendencia a estresarse por el trabajo son personas empáticas, sensibles, 'humanas', con dedicación profesional excesiva, idealistas, altruistas, obsesivas, entusiastas, proclives a las enfermedades coronarias y a las alteraciones cardiovasculares, y susceptibles de identificarse excesivamente con los demás.
Organízate para prevenirlo
Una mala relación con la gestión del tiempo es una de las causas más comunes de estrés laboral, pues puede acabar convirtiendo cada situación en poco más que sinónimo de prisa, fatiga o agitación. Para evitarlo, puedes probar con la teoría del Cubo de Covey: “Tomemos un cubo e introduzcamos en primer lugar piedras grandes y, en segundo lugar, rellenamos los huecos que quedan con piedras pequeñas”. Esto quiere decir que las piedras grandes representan las cosas importantes de la vida laboral, y que las pequeñas serían aquellas tareas del día a día, actividades cotidianas de menor magnitud.
De igual modo, sería deseable planificar la agenda para evitar la aparición de acontecimientos estresantes; dando prioridad a los asuntos que se consideren más importantes, y cubrir los huecos con actividades y recados que suponen más una obligación, que el hecho de conseguir una meta en sí misma. Prueba a:
- Decir sí a tus prioridades antes que a las de los demás.
- Programar periodos de descanso entre tus actividades.
- No comas en tu mesa de trabajo ni te saltes las comidas.
- Dale importancia al tiempo que vas a dedicar a tu familia, no solo les des el que te sobra. Además, ten en cuenta sus agendas a la hora de planificar la tuya.
- Programar actividades variadas.
Autora
Fátima Izquierdo Botica. Psicóloga especializada en Terapia cognitivo-conductual
Artículo publicado en el número 72 de la Revista 'Corazón y Salud'