El próximo 16 de octubre se celebra el Día Europeo de la Concienciación del Paro Cardiaco. Con él se pretende poner de relieve que la parada cardiorespiratoria causa alrededor de 1.000 muertes diarias en Europa. Una cifra que, según el presidente del Consejo Español de Resucitación Cardiopulmonar (CERCP), el cardiólogo Ignacio Fernández Lozano, podría reducirse considerablemente si aumentara la formación en maniobras de resucitación cardiopulmonar (RCP) y contáramos con más desfibriladores por cada 10.000 habitantes.
¿Cuál es el objetivo de la celebración del 16 de octubre?
Principalmente concienciar del elevado número de muertes que causa el paro cardiaco y también de que podríamos reducirlo si formáramos a la población en Resucitación Cardiopulmonar (RCP). El paro cardiaco mata alrededor de 30.000 personas en España cada año. La supervivencia actual se sitúa en torno al 5% pero podría aumentar al 15% si se practican las maniobras de RCP, y hasta el 30% si además hay un programa de desfibriladores en el área, lo que significarían entre 4.500 y 9.000 muertes menos al año sólo en nuestro país. Eso es más del triple de la cifra de fallecimientos en accidente de tráfico anuales.
Entonces la supervivencia tras un paro cardiaco depende en gran medida de que se realicen una serie de acciones encadenadas que pueden llevar a cabo las personas que se encuentran junto a quien ha sufrido el paro cardiaco.
Sí, efectivamente. Las acciones que se incluyen en la cadena de supervivencia son cuatro sencillos pasos. Empiezan por reconocer que lo que le está ocurriendo a la persona afectada es un paro cardiaco y realizar una llamada a emergencias alertando al 112 (061 en algunas Comunidades Autónomas); el segundo paso es empezar la compresión torácica con una frecuencia de 100 compresiones por minuto; el tercer paso consiste en efectuar una desfibrilación precoz, si es posible con un desfibrilador automático (DEA) por parte de los testigos presenciales; y el último paso ya es un escalón profesional que prestan los servicios de urgencias y emergencias.
¿Cuánto influye la rapidez en enfrentarse a esa cadena de supervivencia para la persona que ha sufrido el paro cardiaco?
Se calcula que cada minuto que pasa disminuye un 10% las posibilidades de supervivencia para la persona que ha sufrido el paro. Por eso es vital actuar con rapidez.
¿Hay datos acerca de cuántas personas saben realizar estas maniobras fuera del hospital en nuestro país?
¿Cómo podríamos mejorar nuestra situación?
Uno de nuestros objetivos es, además de multiplicar los programas de desfibriladores automáticos, aumentar la formación en RCP para alcanzar al mayor número de población posible. En los colegios se están haciendo cada vez más talleres, pero no es obligatorio en todo el territorio nacional, por lo que está en manos de cada comunidad el ofrecerlo. Una posibilidad que podría ayudarnos a reducir el número de muertes por paro cardiaco en nuestro país es que cuando nos fuéramos a sacar el carnet de conducir se incluyera una formación básica en RCP sin la que no sería posible tener el carnet. Incluso cuando acudiéramos a renovarlo.
Uno de los miedos de quienes han asistido a un taller de RCP pero nunca han puesto en práctica sus conocimientos es que si cometen algún error en las maniobras hagan daño al paciente. ¿Qué les diría?
Que es vital realizar maniobras de RCP sin dudarlo ni un minuto, y que no se le puede hacer daño al paciente con ello. Al contrario, lo que le haría más daño sería no realizar estas maniobras. Sobre todo teniendo en cuenta que el desenlace más probable de no recibir asistencia es la muerte.