A José Antonio Vallejo le encantaba hacer deporte. En especial, correr. Llevaba años participando en maratones y bajando su marca personal cuando unos mareos le dieron el primer aviso. Un Holter descubrió lo que pasaba. Pero también dio con la solución.
Su corazón se había parado 55 veces, con paradas de 5 segundos sin latido, durante las 24 horas que duró la prueba "Me llamaron por teléfono de Cardiología del hospital para decirme que fuese para allá esa misma tarde, que me tenían que ingresar para al día siguiente implantarme un marcapasos", recuerda. Lo primero que se le pasó por la cabeza era que se trataba de un error: se consideraba una persona sana por su estilo de vida y su alimentación. Cuando le aseguraron que no era ninguna equivocación, pensó que su día a día, tal como le gustaba disfrutarlo, iba a cambiar por completo. "Me acababa de convertir en una persona enferma. Saber si seguiría haciendo deporte se convirtió en una de mis mayores inquietudes y mis primeras preguntas", cuenta.
Por eso, en cuanto vio a su cardióloga, le planteó sus dudas. "Con lo que me gusta correr y mi bici de carretera, ¿no voy a poder hacerlo nunca más?", preguntó. Y entonces recibió una respuesta que no esperaba. "¿Quién te ha dicho a ti eso? Tu corazón tiene un fallo pero tú no está senfermo", le respondió la doctora.
La nueva rutina
Esas palabras cambiaron por completo la forma de afrontar su problema. José se centró desde entonces en asumir lo que le ocurría de la mejor manera posible. "La patología era seria, pero nada que no se pudiese solucionar con la implantación del marcapasos. Los cardiólogos me dijeron que si no tenía molestias por la propia intervención, podía empezar a correr cuando lo considerase necesario", explica.Y así fue: un día después de que le implantaran el marcapasos, le dieron el alta y regresó a casa, desde donde empezó de nuevo a entrenar. Primero, sólo mentalmente. A la semana, ya en la calle. "Me volví a poner mis zapatillas y corrí 15 minutos muy despacio para probarme. Como vi que la cosa iba bien, cuando todavía no habían pasado ni tres semanas de la operación corrí el medio maratón de Madrid en 1 hora y 26 minutos". Apenas mes y medio más tarde estaba en el Maratón de Edimburgo y cruzaba la meta no con su mejor marca física, pero sí mental. "Aquel día mi marcapasos y yo hicimos un récord importante, y era superar la prueba definitiva de que volvíamos a estar al cien por cien".
Confiesa que no ha recorrido todo este camino solo, y por eso dice tener mucho que agradecer a todo el equipo de Cardiología del Hospital Severo Ochoa de Leganés, a los enfermeros del servicio de Urgencias, a su familia, a sus amigos... Y sobre todo, a su mujer, que le esperó en la meta junto a su hijo en aquel primer medio maratón que corrió por primera vez con su marcapasos. Cuando se le pregunta qué diría a quienes estén pasando por una situación parecida a la suya, responde sin dudar: "Ánimo para todos. Y que tengáis todos claro que los deportistas, aunque no seamos de elite y seamos simples afcionados, también estamos hecho de una pasta especial".