Lo afirma un reciente estudio: los niños que viven en un entorno favorable tienen mejor salud de mayores. Si esto es así, ¿por qué no incidir en la escuela en hábitos saludables como la buena alimentación o el ejercicio físico?
Un entorno emocional favorable cuando se es niño, una buena situación económica familiar, unos padres que gocen de buena salud... Todos esos factores, por sí solos, suelen hacer que los niños crezcan más sanos y felices. Es una evidencia que no necesitaba de mayores pruebas científicas. Pero ahora resulta que estos factores psicosociales favorables no solo nos hacen más felices cuando somos niños; también logran que al llegar a la edad adulta seamos más sanos.
Según un estudio publicado en Circulaton, la presencia de factores psicosociales positivos en la infancia y la juventud aumenta el índice de salud cardiovascular en la edad adulta. El estudio, realizado en Finlandia y en el que se evaluó a 1.089 participantes de entre 3 y 18 años –a los que se volvió a controlar 27 años más tarde–, determina que los niños y adolescentes con mayor presencia de factores favorables durante la infancia (entorno socioeconómico y emocional favorable, hábitos saludables de los padres, ausencia de acontecimientos estresantes, capacidad de autorregulación del niño y adaptación social del menor) tienen un 35% más de posibilidades de tener una buena salud cardiovascular en la edad adulta que los que presentaron menos factores favorables.
Además, esos factores psicosociales positivos se asocian, según el estudio, a un 14% más de posibilidades de tener un índice de masa corporal normal, a un 12% más de posibilidades de no ser fumador y a una probabilidad un 11% superior de tener, de adulto, un nivel correcto de azúcar en sangre.
Disfrutar de estos factores en la infancia mejora nuestra salud de adultos.
1. Factores socioeconómicos favorables.
2. Entorno emocional favorable.
3. Buen estado de salud de los padres (que ninguno de ellos padezca obesidad ni sea fumador y que ambos practiquen ejercicio regularmente).
4. Estabilidad y ausencia de estrés.
5. Ser un niño de carácter autorregulado.
6. Ser un niño socialmente aceptado.
Artículo publicado en el número 116 de la revista Salud y Corazón por Anaïs Olivera.