Cuando la voz de alarma llega en forma de angina de pecho o infarto, una de las preocupaciones más frecuentes del paciente es cómo será su vida tras haber superado ese episodio. ¿Podrá reincorporarse al trabajo? ¿Tendrá que seguir una dieta estricta a partir de ahora? ¿Qué ocurre con el deporte si lo practicaba con frecuencia? ¿Deberá olvidarse del sexo por una temporada? ¿Podrá volver a conducir?
Estos interrogantes son comunes a la mayoría de los pacientes. En estas líneas respondemos a todos ellos.
Trabajo. Hace sólo tres décadas, la reincorporación al trabajo después de un accidente cardiaco no era muy frecuente. Tanto solo entre un 30 y un 40% de pacientes lograba volver a su puesto. Sin embargo, en la actualidad alrededor del 90% de quienes han pasado por un infarto o angina de pecho vuelven a trabajar, según explica la doctora Carmen de Pablo, cardióloga del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid y una de las ponentes del pasado Foro Cardiovascular para Pacientes y Familiares organizado por la Fundación Española del Corazón. En opinión de la doctora de Pablo, el aumento en el número de reincoporados al trabajo ha sido posible gracias a las actuaciones de la rehabilitación cardiaca, que son “multidisciplinares y tratan de reeducar al paciente sobre buenos hábitos de vida, sobre la realización de ejercicio físico, alimentación y deshabituación tabáquica, así como ofrecerle la figura de un trabajador social y también atención psicológica, ya que en muchas ocasiones el paciente llega con elevados niveles de ansiedad, depresión y estrés”, explica.
Alimentación. Cuando nuestro corazón avisa que algo no marcha bien, la razón puede encontrarse en muchos factores. Pero una dieta poco equilibrada siempre será un obstáculo para la salud cardiovascular. Lo fundamental es lograr unos niveles de colesterol saludables, reducir los triglicéridos si están altos y evitar que el corazón se sobrecargue de trabajo, lo que se consigue siguiendo unas rutinas alimenticias equilibradas. La dieta mediterránea es un buen ejemplo a seguir: se trata de que las grasas totales cubran menos del 30% de las calorías totales y las proteínas aporten alrededor del 15%, incluir al menos cinco raciones diarias de frutas y verduras y procurar eliminar la sal. Según explica la profesora María Elisa Calle, profesora, delegada del Decano para Nutrición Humana y Dietética, Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, los alimentos más beneficiosos para el corazón son las legumbres, los cereales integrales, las hortalizas, las verduras, el aceite de oliva, el pescado y la fruta.
Deporte. El ejercicio físico es básico para cuidar la salud cardiovascular. Por eso es fundamental en la rehabilitación de los pacientes con cualquier tipo de cardiopatía, también los que han sufrido infartos. Pero para saber qué nivel de esfuerzo podemos realizar lo primero es consultar al médico, que lo determinará por medio de una ergometría o prueba de esfuerzo. En cuanto al ejercicio más beneficioso para el corazón, el llamado aeróbico, en el que se incluye caminar, pedalear en bicicleta o nadar, es el recomendado por los especialistas. En cualquier caso, nunca se debe iniciar la actividad física sin haber consultado a un especialista sobre los ejercicios más adecuados y a qué intensidad practicarlos. La actividad debe hacerse de forma progresiva, evitando esforzarse demasiado.
Sexo. Los especialistas comparan la actividad física que requiere una relación sexual con la necesaria para subir dos pisos de escaleras: si se es capaz de subir dos pisos de escaleras sin tener dolor en el pecho o fatiga excesiva, también será capaz, desde el punto de vista físico, de mantener relaciones sexuales plenas. De ahí que, en líneas generales, la actividad sexual pueda reanudarse habitualmente a las dos semanas del alta hospitalaria, aunque se debe consultar con su médico.
Conducción. La Sociedad Española de Cardiología recomienda aparcar la conducción durante un mes tras un infarto. Se trata de una medida de prevención que sin embargo no coincide con las leyes de Tráfico, que hablan de tres meses. De ahí que sea preferible que, durante ese período de tiempo, usemos el transporte público o nos montemos en el coche únicamente como pasajeros.