Considerada como el primer factor de riesgo cardiovascular por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la hipertensión arterial es una de las patologías más frecuentes en nuestra sociedad. Al menos 6,5 millones de españoles están diagnosticados como hipertensos.
Y si en esa cifra se incluyen también los hipertensos que desconocen que lo son, el número es mucho mayor: se calcula que en España hay cerca de 14 millones de hipertensos, según asegura el doctor José Antonio García Donaire, presidente de la Sociedad Madrileña de Hipertensión y especialista en nefrología en la Unidad de Riesgo Cardiovascular del Hospital Clínico San Carlos. De hecho, únicamente un 50% de los hipertensos conocen serlo, y de éstos, sólo un 50% se encuentra bajo tratamiento. En cuanto a los tratados, se calcula que solamente un 50% tiene controladas sus cifras tensionales.
Las consecuencias de esta patología que se manifiesta habitualmente a partir de la cuarta década de vida son muy variadas ya que está ligada a muchas otras enfermedades y afecta a los llamados órganos diana, pudiendo causar problemas en corazón, cerebro, grandes arterias, riñón o fondo de ojo. De ahí que sea tan importante controlarla. “La presión arterial es algo que tengo que medir desde joven, desde los 16 años, y si hay antecedentes, desde la edad infantil o pediátrica”, explicaba el doctor García Donaire en el IV Foro de Salud Cardiovasuclar para Pacientes y Familiares organizado por la Fundación Española del Corazón. “La razón es que es un factor de riesgo modificable. Hay determinados factores, como la edad o el sexo, sobre los que no puedo actuar. Sin embargo, sí puedo hacer algo para evitar factores de riesgo como la presión arterial elevada. Sobre todo porque partir de determinadas cifras de hipertensión mis posibilidades de tener un problema empiezan a duplicarse, y eso es lo que tenemos que evitar”, señala.
Cómo saber si soy hipertenso
Según los especialistas, la hipertensión arterial no causa síntomas en la mayoría de las ocasiones, razón por la que se la conoce con el sobrenombre de “asesina silenciosa”. Sin embargo, según el doctor García Donaire, si sospechamos que podemos ser hipertensos tenemos que prestar atención a ciertos indicios que podrían estar relacionados con esta patología:
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Dolor de cabeza. No se trata del dolor de cabeza habitual sino de un tipo concreto similar al que se experimentaría con un casco de una talla más pequeña, que presiona en toda la cabeza de forma constante.
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Sensación de aturdimiento. Tener dificultades para recordar cosas de las que habitualmente nos acordamos sin problema, unido a cierto malestar general, también podría ser un indicio, especialmente si hay antecedentes familiares.
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Tener palpitaciones. Se trata de experimentar la sensación de que nuestro corazón va más rápido de lo normal, aunque en realidad no sea así.
Cifras óptimas
Si somos nosotros quienes nos medimos la presión arterial en casa debemos hacerlo con aparatos homologados y validados. Además, para obtener una cifra real lo ideal es que la midamos en tres ocasiones consecutivas con un intervalo de dos minutos entre la primera, la segunda y la tercera ocasión. Después, eliminaremos la primera medida y sacaremos la media de lo obtenido en la segunda y la tercera medida.
Si la máxima o sistólica de esa cifra resultante está por encima de 140 y/o la mínima o diastólica es más alta de 90, deberíamos acudir a nuestro médico porque se trata de un cuadro de hipertensión. Sin embargo, si ya estamos diagnosticados como hipertensos y seguimos un tratamiento, las cifras que nos alertan de que algo ocurre son las que haya indicado nuestro médico para nuestro caso concreto, seguramente más bajas de 140/90.
Medidas para bajar la presión
Además de los recursos farmacológicos, nuestras rutinas saludables pueden reducir los niveles de presión arterial. Según la doctora Petra Sanz, cardióloga del Hospital Universitario Rey Juan Carlos y del Hospital Infanta Elena, “los cambios en el estilo de vida nos ahorran pastillas. Hay pacientes que solamente con ese cambio consiguen que su tensión vuelva a la nornalidad sin llegar a tomar pastillas”, asegura. Por eso, para mantener la tensión controlada hay que procurar mantener un estilo de vida saludable basado en las siguientes orientaciones:
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Evitar el estrés crónico. Está demostrado que el estrés crónico (el relacionado con el trabajo, la insatisfacción conyugal, una mala situacion económica...) puede provocar una elevación persistente de la presión arterial. Controlarlo es fundamental, por lo que si es necesario hay que consultar con un psicólogo o psiquiatra.
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Alimentación sana. Eliminar o al menos disminuir la cantidad de sal de la dieta es una de la principales medidas a tomar. La reducción del consumo de sal a 5 gramos por día disminuye la tensión arterial en hasta cuatro o cinco milímetros de mercurio. Junto a ello son eficaces otras medidas como la disminución del consumo de alcohol, el aumento del consumo de frutas y verduras y el control del peso.
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Más ejercicio. Aumentar la actividad física es clave si somos sedentarios. Un ejercicio físico aeróbico habitual es muy beneficioso para controlar la tensión si se hace todos los días, adaptándolo a la edad y circunstancias de cada persona. Entre los más recomendables está caminar durante 30 minutos diarios a una velocidad moderada.
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Abandonar el tabaco. Además de muchos otros efectos nocivos, el tabaco provoca un incremento agudo de la tensión arterial y la frecuencia cardiaca que persiste más de 15 minutos después de fumar un cigarro.