Está demostrado: quienes viven con una mascota en casa tienen la autoestima más alta, socializan más y sufren menos estrés. Y eso solo es la punta del iceberg.
Decir que el perro es el mejor amigo del hombre no es contar nada nuevo. Y que un gato es una buena compañía, tampoco. Pero si hablamos de que un conejo, un cerdo vietnamita o un hurón pueden covertirse en auténticos ‘bastones’ para el estado físico y psicológico de sus dueños, entonces la cosa cambia. Porque sí, vivir con mascotas mejora la salud.
En primer lugar, sirve para mejorar nuestras relaciones sociales. Cuando alguien sale a pasear a su perro, normalmente lo hace a unas horas fijas en las que suele coincidir con otros paseantes con los que al cabo de un tiempo establece relación. Esa socialización es, para muchas personas, una oportunidad de mejorar su nivel de autoestima y de luchar contra una soledad impuesta por el hecho de vivir solos o porque tras la marcha de los hijos el nido se ha quedado vacío. Y eso se da, sobre todo, en las personas mayores.
Para los ancianos, una mascota se convierte en una nueva obligación que les activa y les hace sentirse más útiles. «Las personas mayores tienen en sus mascotas la opción de empezar con una nueva rutina. Por ejemplo, cuando tienen perro han de sacarlo entre dos y tres veces al día, momentos que usan para socializar, cuya práctica les permite tener una mayor autoestima», explica Carmen Castro, psicóloga de la Asociación Hydra, una institución especializada en la asistencia y terapia con animales.
La presión arterial, a raya
A estos beneficios psicológicos se unen otros vinculados al estado físico. Por ejemplo, un gesto tan cotidiano como acariciar a nuestro perro o gato nos ayuda a controlar la presión sanguínea. «Cuando acaricias a un animal te relajas y, al hacerlo, la presión sanguínea y las tensiones musculares disminuyen», sostiene Carmen Castro. Por otro lado, las personas que conviven con un animal en sus casas suelen tener menos problemas para agacharse, ya que están más habituadas al ejercicio. «Al jugar con un animal, sin darte cuenta estás moviendo el cuerpo y ejercitando brazos, piernas, cintura…», explica. Todos esos movimientos tienen otros beneficios adicionales: reducen el colesterol y mejoran la función cardiaca, evitando, por tanto, ciertas enfermedades circulatorias y coronarias.
Además de esto, convivir con una mascota nos ayuda a mantener a raya los niveles de estrés, algo que afecta por igual a todos, mayores y jóvenes. ¿Por qué? Porque no nos sentimos juzgados. «Los animales no juzgan, no tienen rencor, su instinto es estar contigo y uno de sus placeres es que se les acaricie», sostiene Carmen Castro.
Esa armonía que destilan los animales de compañía es especialmente beneficiosa para las personas que viven solas: muchas de ellas optan por tener una mascota en casa con el objetivo de sentirse acompañadas, imponerse una cierta disciplina, combatir la rutina y evitar una caída de la autoestima. Pero no solo eso. Según Castro, esas presonas suelen acabar teniendo hábitos de vida más saludables.
Artículo publicado por Gema Boiza en el Nº 123 de la revista Salud & Corazón.