El corazón es el encargado de bombear sangre a todos los órganos. Y lo hace con una determinada presión -la presión arterial- y una frecuencia cardiaca concreta, que es el número de veces que el corazón late en un minuto. Esa cifra es importante porque puede alertarnos de un problema en caso de que no se ajuste a lo que el colectivo médico considera normal.
En este artículo contestamos a las preguntas más frecuentes sobre frecuencia cardiaca.
¿Qué cifras indican una frecuencia cardiaca normal?
Los médicos consideran que la frecuencia es normal cuando el corazón se contrae entre 60 y 100 veces por minuto. Si el corazón late más de 100 veces por minuto, el paciente estará sufriendo taquicardia excepto si ese número de pulsaciones se da cuando estamos haciendo ejerciendo, al igual que si padece anemia o tiene alguna patología tiroidea, situaciones en las que superar las 100 pulsaciones por minutos también se considera normal. En caso de que se sufra taquicardia, conviene acudir al especialista para que, a través de un electrocardiograma, pueda decirnos cuál es exactamente nuestra frecuencia cardiaca y si hay alguna alteración en el ritmo del corazón.
¿De qué depende la frecuencia cardiaca?
Depende de varios factores: de la constitución, de la edad, de si se hace con frecuencia deporte, de si se toma medicación... Por eso, la frecuencia cardiaca es muy variable de una persona a otra, e incluso la misma persona puede tener una frecuencia cardiaca muy diferente en momentos distintos del mismo día. Varía por ejemplo con las emociones, que la pueden aumentar; o con el sueño, cuando disminuye porque también lo hacen las necesidades de oxígeno en nuestro cuerpo.
¿Podemos hacer algo para controlarla?
La práctica de ejercicio frecuente es la mejor herramienta para conseguir una frecuencia cardiaca normal. Es la manera en que las personas que tienen pulsaciones rápidas pueden reducir su número, lo que a largo plazo beneficia al corazón. Por el contrario, si se tienen las pulsaciones bajas y la causa es que llevamos mucho tiempo practicando deporte, no hay de qué preocuparse porque todo está en orden: en los deportistas, la baja frecuencia cardiaca es una forma que tiene el corazón de ahorro de energía. Pero si esas pulsaciones bajas se deben a una enfermedad cardiaca, se debe consultar con el especialista.
¿Es peligrosa una frecuencia cardiaca por encima de lo considerado “normal”?
La frecuencia cardiaca no determina el riesgo de muerte, ya que no es un factor que aumente o disminuya la mortalidad. De hecho, tener valores altos de frecuencia cardiaca no supone un riesgo si el ritmo de los latidos es acompasado y regular. Sin embargo, si el paciente tiene la frecuencia cardiaca alta en reposo porque sufre una arritmia, sí es necesario tratarlo haciendo un estudio con el que valorar su condición.
¿Y una frecuencia cardiaca demasiado baja?
Según los especialistas, el posible riesgo depende de cada caso. Si se trata de una persona que entrena con frecuencia y hace mucho ejercicio, puede tener bradicardia sinusal, que es una disminución fisiológica de los latidos del corazón que no resulta contraproducente. Sin embargo, si la frecuencia cardiaca baja se da en una persona que tiene alguna patología cardiovascular, puede suponer un riesgo, por lo que sí es necesario indicar un tratamiento y en ocasiones incluso implantar un marcapasos si las pulsaciones son extremedamente bajas.
¿Cómo se mide?
Los especialistas aconsejan medirla en reposo porque al hacer ejercicio la frecuencia cardiaca aumenta. También es conveniente seguir estas orientaciones:
- Sentarse en una zona tranquila.
- Identificar el lugar donde se note mejor el pulso al presionar ligeramente con dos o tres dedos: en el interior de la muñeca, en el interior del codo o en la parte anterior y lateral del cuello.
- Observar si los latidos son regulares o irregulares.
- Medir las pulsaciones, es decir, el número de pulsos por minuto: se deben contar los latidos durante 30 segundos y multiplicar el resultado por dos.