¿Cómo podemos saber de qué forma se comporta el corazón durante un día cualquiera, mientras hacemos nuestras actividades cotidianas? Es la pregunta que se planteaban los cardiólogos hasta que el biofísico Norman J. Holter dio con la respuesta. Su aportación consistió en un dispositivo electrónico de pequeño tamaño que registra y almacena el electrocardiograma del paciente durante al menos 24 horas de forma ambulatoria.
Ya a mediados del siglo pasado, Holter diseñó un sistema portátil que permitía registrar el electrocardiograma de quien lo portaba transmitiendo la señal a distancia. El problema es que aquel dispositivo pesaba más de 30 kilos, por lo que el biofísico continuó perfeccionando la técnica reduciendo de tamaño el sistema hasta dar como un diseño muy parecido al actual. Había nacido el Holter, un dispositivo fundamental para el diagnóstico cardiológico. Gracias a él, se puede obtener información muy útil acerca de la frecuencia cardiaca, conociendo si hay o no alteraciones en su ritmo. Las principales indicaciones para una monitorización ambulatoria del ECG durante 24 horas son:
- Palpitaciones y taquicardia de origen no bien tipificado.
- Mareos o síncope de causa indeterminada.
- Dolor en el pecho en reposo o durante el ejercicio sin hallazgos en el ECG de esfuerzo.
- Control de los marcapasos implantados y de los DAI
- Evaluación de fármacos antiaarítmicos y antianginosos.
¿Cómo funciona?
La colocación del Holter es bastante sencilla. El médico coloca en el tórax del paciente varios electrodos que están conectados a una grabadora digitalizada del tamaño de un teléfono móvil. Después, el paciente mantiene su actividad normal durante ese día, ya que el examen se realiza de forma ambulatoria. Una vez transcurrido el tiempo de registro, que oscila entre 24 y 48 horas, regresa a la consulta, se retira el dispositivo y el médico descarga los datos que ha recogido la grabadora en un ordenador. El cardiólogo obtiene de ellos información muy útil sobre la frecuencia cardiaca, alteraciones del ritmo y posibles trastornos por alteraciones del flujo coronario.
Es importante que durante el tiempo que el paciente esté monitorizado mantenga su rutina cotidiana sin limitaciones, ya que el objetivo es ver cómo se comporta el corazón durante su actividad normal. Si percibe algún síntoma durante el tiempo que lleva el Holter, como palpitaciones, latidos irregulares, mareos o dolor en el pecho, conviene que apunte la hora y traslade la información a su médico. Esto permitirá al médico correlacionar síntomas con los datos encontrados en el registro de 24 horas.
Otra opción para síntomas esporádicos
Si los síntomas que han llevado al paciente a la consulta del cardiólogo son muy esporádicos, es posible que el Holter no detecte ninguna anomalía a pesar de que sí exista. En esos casos se utiliza un Holter implantable, que se coloca bajo la piel, bajo anestesia local en el punto de inserción, y se mantiene ahí hasta que se produzca la incidencia. En el momento en que esta aparezca, el paciente acude a su cardiólogo para que recoja los datos del episodio mediante un programador especial.