En España, más de un millón de personas mayores de 40 años padece fibrilación auricular, el tipo de arritmia más frecuente. Pero no todos lo saben: se calcula que al menos un 10% desconoce que padece esta patología. Es una de las características de las arritmias, y es que aunque pueden manifestarse con síntomas como palpitaciones, dolor torácico, mareos o incluso pérdida de conocimiento, también pueden pasar totalmente desapercibidas.
Pero, ¿en qué consiste esta patología que puede tener consecuencias graves de no tratarse? Las arritmias son alteraciones del ritmo cardiaco. La frecuencia cardiaca, que normalmente oscila entre 60 y 100 latidos por minuto, responde a una secuencia: comienza en la aurícula derecha, donde se produce el impulso eléctrico del corazón; de ahí pasa por las aurículas al nodo aurículo-ventricular y llega a los ventrículos por el haz de His; por último, este estímulo se conduce por los ventrículos a través del sistema Purkinje. Sin embargo, cuando el impulso eléctrico no se genera adecuadamente o bien se origina en un sitio erróneo o los caminos para la conducción eléctrica están alterados, se producen las arritmias.
Para diagnosticarlas, el método más eficaz es el Holter, con el que se registra la actividad eléctrica generalmente de todo un día, dando así mayor margen para que aparezca la arritmia. También puede realizarse una prueba de esfuerzo si se sospecha que la arritmia aparece con la actividad intensa, y en caso de que se quiera averiguar si existe alguna alteración estructural del corazón asociada a la arritmia, se puede realizar una ecocardiografía. Otra opción es estudiar en profundidad el sistema de conducción cardiaco e intentar reproducir las arritmias mediante el llamado estudio electrofisiológico, que se realiza introduciendo unos cables en el interior del corazón, generalmente desde la vena femoral.
Tratamiento
Una vez diagnosticada, lo primero que debe hacer el paciente es ponerse en manos del especialista, quien indicará el tratamiento adecuado ya que hay diferentes tipos de arritmias y cada una tiene sus peculiaridades. En cualquier caso, independientemente de la clase de que se trate, se aconseja dieta saludable, practicar ejercicio moderado de forma habitual, limitar el alcohol y otros excitantes, y controlar los factores de riesgo cardiaco (hipertensión, obesidad, diabetes, niveles elevados de colesterol) para intentar minimizar las repercusiones de la arritmia cuando se produzca.
Además, en ocasiones será necesario hacer algo más para tratar la arritmia. Por ejemplo, en el caso de las bradiarritmias, puede ser necesaria la colocación de un marcapasos, que registra la actividad eléctrica del corazón y lo estimula cuando es necesario. Mientras que en el caso de las taquiarritmias, generalmente se pueden controlar mediante fármacos. Sin embargo, en ocasiones se debe realizar una cardioversión eléctrica para eliminar la arritmia. También puede ser necesario tratar las arritmias mediante una ablación, que consiste en aplicar corrientes eléctricas que producen pequeñas quemaduras, anulando las zonas responsables de las arritmias.