Cada vez son más los adolescentes que fuman. Así lo afirma la última Encuesta sobre uso de drogas en enseñanzas secundarias en España, que concluyó que el porcentaje de adolescentes de 14 a 18 años que fuma tabaco a diario se sitúa ya en el 9,8% y ha aumentado por primera vez desde 2012. Es una de las preocupaciones de instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS), que este año celebra el Día Mundial sin Tabaco lanzando una campaña para proteger a las nuevas generaciones y evitar que se inicien en un hábito tan perjudicial para la salud como fumar.
Según la Dra. Rosa Fernández Olmo, cardióloga miembro de la Sociedad Española de Cardiología y vocal del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) en representación de la Fundación Española del Corazón (FEC), en este escenario es clave concienciar a los jóvenes sobre los efectos del tabaquismo en la salud tanto a corto como a medio y largo plazo. “Un problema importante es el aumento del consumo de productos relacionados con el tabaco entre la población joven y la banalización de los efectos sobre la salud”, señala la Dra. Fernández Olmo añadiendo que la regulación de todos los productos relacionados con el tabaco, así como campañas que lleguen a población más joven, son estrategias que pueden resultar eficaces.
Así se beneficia el organismo al dejar de fumar
Nunca es tarde para abandonar el tabaco. Incluso aunque el fumador lleve décadas siéndolo, su salud se verá beneficiada en cuanto deje de fumar. Como explica la vocal del CNPT, abandonar el tabaco tiene efectos beneficiosos a corto, medio y largo plazo. Estos son algunos de ellos:
- A los 20 minutos del último cigarrillo disminuye la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la temperatura corporal.
- A las 8 horas se reducen los niveles de monóxido de carbono en sangre.
- En menos de una semana se recupera el olfato y el gusto.
- A los 3 meses mejoran la circulación sanguínea y la función pulmonar, mejorando la capacidad funcional.
- El riesgo de padecer enfermedad cardiovascular se reduce de forma progresiva cuando se deja de fumar y a los 5 años ya es la mitad del que tenía cuando fumaba.
- A los 5 años también se reduce a la mitad la posibilidad de padecer una enfermedad neoplásica como es el cáncer de boca, garganta, esófago o vejiga. Se necesitan 10 años para reducir a la mitad el riesgo de padecer cáncer de pulmón.
- Transcurridos 20 años, el riesgo de padecer un infarto agudo de miocardio se iguala al de un no fumador. Deben pasar 30 para equiparar las posibilidades de padecer enfermedad arterial periférica a las de los no fumadores.
- El paciente que ha sufrido un infarto agudo de miocardio y deja de fumar, reduce aproximadamente en un 30% la posibilidad de tener un nuevo evento cardiovascular.
¿Cómo lograr dejar de fumar?
Para poder abandonar un hábito como el de fumar, lo más importante es “conocer las diferentes posibilidades y estar concienciado. Existen programas de deshabituación con personal especializado que pueden ayudar a conseguirlo, tanto en atención primaria como en unidades especializadas. En los programas de deshabituación tabáquica se abordan todos los aspectos que se deben tratar para conseguirlo como terapia individual, grupal y tratamiento farmacológico”, explica la Dra. Rosa Fernández Olmo, que afirma que la deshabituación tabáquica tiene más posibilidades de éxito si se engloba dentro de un cambio de estilos de vida.
Tabaco y coronavirus
En cuanto a la relación que tiene el tabaco con posibles complicaciones en caso de que un fumador sea infectado por la COVID-19, la Dra. Fernández Olmo señala que aunque en los últimos meses se ha avanzado mucho en el conocimiento sobre el coronavirus, “aún hay multitud de cosas que desconocemos”. Sin embargo, sí destaca que desde el punto de vista epidemiológico “se ha observado que los fumadores tienen más riesgo de complicaciones cuando se han infectado por el coronavirus, así como aquellos con factores de riesgo cardiovascular”, afirma.