El electrocardiograma es una de las pruebas más frecuentes en Cardiología, y tiene la ventaja de que se trata de un procedimiento sencillo que no produce ninguna molestia. Su objetivo es registrar la actividad eléctrica del corazón que se produce en cada latido cardiaco.
Lleva más de un siglo utilizándose: el primer electrocardiograma humano publicado se atribuye al fisiólogo inglés Augustus D. Waller en 1887. Sin embargo, como recuerda el artículo publicado en Revista Española de Cardiología, la moderna electrocardiografía nació con el fisiólogo holandés Willem Einthoven, quien, tras asistir en Suiza en 1889 a una demostración de Waller durante el I Congreso de la Unión Internacional de Ciencias Fisiológicas, dedicó veinte años de su vida a perfeccionar el nuevo método electrofisiológico, inventando el primer electrocardiógrafo de utilidad clínica que le valdría el premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1924.
Pero, ¿cómo logra el electrocardiograma registrar la actividad eléctrica del corazón? El Dr. Paolo Dallaglio, del Servicio de Cardiología del Hospital Universitari de Bellvitge, explica en este vídeo que “cada latido cardiaco tiene una activación eléctrica típica. Para las células del tejido miocárdico, la señal eléctrica que reciben sirve para empezar la contracción mecánica y la función de bomba del corazón”.
A través de él se pueden detectar un gran número de condiciones fisiológicas y patológicas. “Es una herramienta insustituible para el diagnóstico de la gran mayoría de enfermedades cardiacas. Nos dice por ejemplo si hay una arteria del corazón que está obstruida, si lo está de forma parcial o completa, en qué punto está obstruida y cuánto tiempo lleva”, señala el doctor Dallaglio explicando que, mediante el electrocardiograma, se pueden tomar decisiones terapéuticas como por ejemplo decidir si hacer un cateterismo. “También es fundamental para el diagnóstico de todas las arritmias cardiacas, al igual que para decidir si una persona necesita un marcapasos. Y además, existen enfermedades que solo se pueden diagnosticar mediante el electrocardiograma, que no tienen traducción en otras pruebas”, añade.
Está indicado para todo paciente que acuda a la consulta por síntomas que pueden estar relacionados con alguna patología cardiaca, pero también para cualquier persona que consulte en Urgencias o que tenga que ser hospitalizada o intervenida. La razón es que, además de proporcionar información sobre la situación del corazón, “también nos da información sobre muchas enfermedades extracardiacas que pueden afectar al electrocardiograma, como pueden ser anemia o enfermedades del tiroide”, indica el doctor Paolo Dallaglio.
¿Cómo se realiza?
Es una prueba indolora, que no produce ninguna molestia y no tiene ningún riesgo para el paciente, ya que no se envía ningún tipo de electricidad a través del cuerpo, solo detecta la actividad eléctrica que se genera en el corazón. Para realizarla, tras limpiar el área de la piel donde posteriormente se colocarán los electrodos, se conectan los cables del electrocardiógrafo a la piel del paciente por medio de adhesivos o ventosas en tobillos, muñecas y pecho. Así se recoge el mismo impulso eléctrico desde diferentes posiciones.
Lo único que debe hacer el paciente es permanecer tumbado, relajado, sin hablar y manteniendo un ritmo respiratorio normal. Para saber más sobre esta prueba puedes acceder a su infografía en nuestras fichas del paciente.