Pueden verse afectados por ella personas de cualquier edad y sexo, y si sabemos reconocer sus síntomas, podría diagnosticarse a tiempo e incluso llegar a curarla. Por eso, saber cómo se manifiesta la hipertensión pulmonar es clave si se quiere tratar a tiempo.
Consiste en la elevación de la presión sanguínea en el circuito arterial y venoso pulmonar, lo que produce una dificultad para la función del ventrículo derecho, que no puede vaciarse con facilidad. De no tratarse, la hipertensión arterial pulmonar puede tener efectos fatales. La mortalidad de esta enfermedad en su curso natural es muy alta y puede producirse en poco tiempo.
Por eso, la recomendación de los expertos es acudir rápidamente al especialista ante cualquier sospecha. Esa visita puede proporcionar un diagnóstico precoz y permitir trasladar a los pacientes a centros de referencia a tiempo de poder ser efectivos, ya que cuanto antes se diagnostique y trate, mejores resultados se obtienen, disminuyendo sus síntomas, limitaciones y, sobre todo, aumentado el tiempo de vida y reduciendo su mortalidad. De hecho, hay tratamientos y procedimientos con los que frenar su progresión e incluso llegar a curarla en algunos casos. La presencia de nuevos fármacos, más potentes y con menos efectos secundarios, además de más fáciles de administrar, han sido claves en estos avances.
¿Cómo se manifiesta?
La disnea, la fatiga o la asfixia, que al principio de la enfermedad aparecen con esfuerzos pero, pasado un tiempo, pueden llegar a manifestarse incluso en reposo, son las señales de alerta más características. Pero no las únicas. Otros síntomas secundarios consisten en la hinchazón de piernas y el aumento del tamaño del hígado y del perímetro del vientre. Incluso puede producir pérdida de conocimiento, dolor torácico o cianosis, que es el tono azulado que adquieren uñas y labios por disminución del oxígeno en la sangre, cuando la cantidad de sangre que atraviesa la barrera pulmonar para regar el cuerpo es extremadamente baja.
En cuanto a qué lo produce, los expertos explican que suele darse a causa de enfermedades cardiacas o pulmonares, y que se trata de una enfermedad “rara” o poco común cuando afecta solo al circuito arterial (hipertensión arterial pulmonar), bien por afectación primaria o secundaria a tromboembolismo pulmonar. Los especialistas advierten que debemos estar sobre aviso especialmente cuando pertenezcamos a uno de los grupos de población de riesgo, como son los afectados por esclerodermia, formas hereditarias o post tromboembolismo pulmonar. Para diagnosticarla habitualmente se necesita un ecocardiograma a través del que poder ver signos de aumento de presión.
Según explica la Sociedad Madrileña de Neumología y Cirugía Torácica (Neumomadrid), esta enfermedad afecta a entre 15 y 50 individuos por cada millón de personas y, aunque puede darse tanto en hombres como en mujeres, es más frecuente en ellas. La buena noticia es que puede prevenirse. Los especialistas afirman que la información en los grupos de riesgo y el conocimiento sobre síntomas de alarma y autocuidados es fundamental. Igualmente, es beneficioso evitar y controlar los factores de riesgo cardiovascular tradicionales: hipertensión, diabetes, niveles elevados de colesterol, obesidad, sedentarismo y tabaquismo.