El corazón sano es un órgano de aproximadamente el tamaño de un puño, que pesa entre 250 y 350 gramos dependiendo del peso corporal y del sexo, aunque ese peso puede variar con la edad. En reposo se contrae entre 50 y 100 veces por minuto, lo que supone unas 100.000 contracciones diarias. Todas esas contracciones se traducen en un bombeo de unos 5 litros de sangre por minuto. Pero, ¿cómo realiza ese trabajo este órgano que funciona casi como una máquina perfecta?
Su anatomía es parte de la clave: está constituido por cuatro cámaras huecas, dos aurículas y dos ventrículos. Estas cámaras se separan unas de otras a través de tabiques y válvulas. A su vez, tenemos cuatro válvulas: mitral, tricúspide, aórtica y pulmonar. En cuanto a los ocho vasos sanguíneos que entran y salen del corazón, contamos con las dos venas cavas, las cuatro pulmonares y las dos grandes arterias, la aorta y la arteria pulmonar. Su función es transportar la sangre. El corazón también cuenta con algo parecido a un reloj interno en la aurícula derecha al que se le llama nodo sinusal. Es quien marca el ritmo al corazón, indicándole el paso al que debe ir, por eso se lo conoce como marcapaso natural.
Con esa estructura, el corazón ejerce como una bomba que, con su acción impulsora, proporciona la fuerza necesaria para que la sangre y las sustancias que esta transporta circulen adecuadamente a través de las venas y las arterias. La sangre se recoge de todo el cuerpo y llega ya sin oxígeno por las venas a la aurícula derecha para a continuación bajar al ventrículo derecho. Este bombea la sangre a los pulmones para que se oxigene y después, la sangre, ahora con oxígeno, vuelve al corazón. Pasa de la aurícula izquierda al ventrículo izquierdo y este expulsa con fuerza esa sangre oxigenada para que el sistema arterial la reparta por todos los órganos del cuerpo. Un proceso que ocurre en un solo latido, repitiéndose constantemente.
El único inconveniente de esta máquina que roza la perfección es que no tiene una vida eterna. A medida que vamos cumpliendo años, las arterias van envejeciendo y las placas de colesterol van depositándose en ellas, de forma que las arterias se van obstruyendo. En especial si se padecen factores de riesgo como la diabetes, la hipertensión, la obesidad, niveles altos de colesterol o si se es fumador. Pero podemos ralentizar ese proceso si mantenemos a raya los factores de riesgo cardiovascular. Por es clave cuidar la salud cardiovascular para que el corazón pueda funcionar sin problemas durante muchas décadas. Llevar una vida saludable, siguiendo la dieta mediterránea, haciendo ejercicio de forma frecuente y evitando el tabaco, es la mejor forma de cuidarla.