De forma general, el yogur contiene proteínas muy útiles para el ser humano y con una mayor digestibilidad que la leche. Conoce sus propiedades nutricionales y algunos consejos para su consumo.
El yogur y otras leches fermentadas son casi tan antiguas como el hombre, ya que nacieron antes de la agricultura, cuando las comunidades humanas todavía eran nómadas y transportaban la leche en recipientes de piel de cabra que favorecían su fermentación.
Dentro del cada vez más amplio grupo de las leches fermentadas, el yogur es una leche (entera o desnatada) fermentada por la acción de bacterias lácticas específicas que provocan una transformación parcial de la lactosa en ácido láctico, así como un aumento de su consistencia por coagulación de sus proteínas.
La composición nutricional de los distintos yogures puede variar bastante en función de la leche que se haya utilizado (entera o desnatada) y de los componentes que se añadan al yogur. Por ejemplo, algunos yogures llevan además de la leche, nata, azúcar, frutas o cereales que incrementan notablemente su valor calórico que puede ir desde 55 kcal en un yogur desnatado hasta 140 kcal en uno que lleva azúcar y frutas o cereales.
Rico en nutrientes
De forma general el yogur contiene proteínas muy útiles para el ser humano y con una mayor digestibilidad que la leche. Además, es una buena fuente de vitaminas del grupo B y A y una excelente fuente de minerales como el calcio, fósforo, magnesio y zinc.
Uno de los mayores valores de yogur y de las otras leches fermentadas es su valor probiótico (que significa "a favor de la vida"), debido a las bacterias que contienen. Se han observado en numerosos trabajos científicos sus beneficios, tales como:
- Mejoría de los síntomas de intolerancia a la lactosa, pues ayudan a que ésta se digiera mejor en el intestino.
- Prevención y tratamiento de la diarrea en los niños, especialmente la causada por rotavirus, y mejoría de la diarrea en adultos tras la toma de antibióticos, ya que contribuye a que se restablezca la flora intestinal inicial.
- Aumento del número de bacterias beneficiosas en el intestino que ayudan a eliminar sustancias tóxicas y carcinógenas.
- Aumento de la producción natural de ciertos tipos de células del sistema inmunitario.
Toma nota
- Los bio no son yogures. No son yogures sino leches fermentadas, ya que la legislación define el yogur como el que procede exclusivamente de dos bacterias muy concretas: Lactobacillus bulgaricus y Streptococus thermophylus y que están en el yogur de siempre.
- Ideal como postre. Acompañado con fruta entera o batida, es un postre delicioso y muy saludable para toda la familia, pero también es muy útil para hacer tartas o bizcochos caseros.
- Guárdalo en la nevera. Se trata de un producto que requiere ser conservado en la nevera hasta su consumo. En el supermercado debemos fijarnos que el envase esté en perfecto estado, sin deformaciones ni golpes, así como en la etiqueta y fechas de caducidad o de consumo preferente.
- Útil para la cocina. El yogur es un alimento con mucha versatilidad en la cocina, ya que lo podemos utilizar para hacer salsas que acompañen algunas verduras, ensaladas o carnes, sustituyendo, por ejemplo, a la mayonesa como opción más saludable y menos calórica.
- Bueno contra el colesterol alto. Existen algunos estudios que ponen de manifiesto que las bifidobacterias y las bacterias acidófilas producen una relativa mejoría del colesterol sanguíneo. Sin embargo, se necesitan más investigaciones al respecto para confirmarlo.
Nuestra recomendación
*Melocón con yogur (receta para cuatro personas)
Ingredientes:
- 8 mitades de melocotón en almíbar.
- 2 yogures desnatados.
- 4 cucharadas soperas del jarabe de almíbar de los melocotones.
Preparación:
Colocar en una fuente amplia las mitades de los melocotones en almíbar. Posteriormente rellenar los melocotones con yogur natural y verter una cucharada sopera del jarabe de almíbar por encima de cada melocotón relleno de yogur. Servir frío.
*Esta receta supone 115 kcal por persona.
Autora
Iva Marques-Lopes. Dietista-nutricionista. Facultad de Ciencias de la Salud y el Deporte de la Universidad de Zaragoza
Artículo publicado en el número 56 de la Revista 'Corazón y Salud'