La crisis que vivimos actualmente ha agudizado un problema social, familiar e individual: el desempleo. Cuando alguien recibe la noticia de un despido, sufre un shock, el futuro que nos imaginábamos cambia, sabemos que el día a día va a ser distinto y nuestra vida deja de tener metas claras.
Cuando nos paramos a pensar y expresamos lo que sentimos a familiares y amigos, podemos tener la sensación de que saldremos fácilmente. Confiamos en lo que puedan hacer por nosotros nuestras amistades y contactos, se nos ocurren múltiples salidas y cosas que hacer. Puede que disfrutemos de cierta seguridad económica: el subsidio, el finiquito, ahorros... En cierto modo negamos la situación real de desempleo.
Cambio de estado de ánimo
Si el tiempo transcurre y no hemos encontrado trabajo, es posible que empezaremos a ponernos más nerviosos. La necesidad económica la sentiremos como más agobiante y los fracasos en la búsqueda de empleo irán minando nuestro ánimo. Crecerá la obsesión por el dinero y el trabajo, haciéndonos irritables, incluso agresivos; el sentimiento de desvalorización aumenta; y es posible que empecemos a vernos como alguien incapaz e inútil. Todos estos sentimiento forman lo que se conoce como 'síndrome de invisibilidad'. Los parados no pueden gastar tanto, ni conocer mundo o experiencias que el dinero facilita; parece que no tienen estatus al no disponer de un empleo. La autoestima se resiente mucho, se desconfía de encontrar trabajo y se encierran en sí mismos. Pueden rehuir los contactos sociales por vergüenza, y eso les hará objeto cada vez de más insolidaridad por parte de los demás. Como el mal humor y la hostilidad pueden crecer, sus seres cercanos también tenderán a alejarse, además de aumentar las tensiones familiares por las presiones económicas.
Los más vulnerables
Las personas que más probabilidad tienen de pasarlo peor son, precisamente, las que comienzan con unas altas expectativas de encontrar trabajo; cada fracaso les hará desanimarse y reconsiderar esas esperanzas. Los que han basado gran parte de su vida en su profesión, también serán los que más se resientan de esta situación de desempleo.
¿Qué podemos hacer ante el desempleo?
- En la superación de un problema grave pasamos por varias fases. Negación, depresión, ira y aceptación. Según la persona variará ese orden; incluso es posible que no hagan falta ciertas fases. Lo que sí es necesario es la aceptación para valorarla con tranquilidad tal como es: una circunstancia a resolver o a sobrellevar de la mejor manera posible.
- No eliges tu situación, pero sí cómo vivirla. De todas las experiencias aprendemos, pero son las duras, sobre todo, las que cambian nuestra personalidad. Si nos dejamos hundir, estamos eligiendo ser una persona más triste, solitaria y que no pone empeño en resolver de la mejor manera la situación.
- La mejor herramienta será tu autoestima. Si no nos creemos capaces, sin darnos cuenta, haremos lo posible para no serlo. Una persona que se siente útil y válida llamará a todas las puertas, no se desanimará y sabe que, tarde o temprano, con constancia, conseguirá su objetivo.
- Planea un horario de actividades y un programa de acción. Tanto de tu rutina, como de lo que vas a hacer para encontrar trabajo. Busca toda la información que puedas sobre orientación laboral, ofertas de empleo, formación... Dedica todos los días un tiempo a algo relacionado con la búsqueda. No estás desocupado, tienes una tarea: encontrar trabajo.
- Relájate y pásatelo bien. Haz cosas que te gustan y que siempre has querido realizar, ahora que tienes tiempo es tu oportunidad y tu derecho. Distraerte, reír, seguir sintiéndote ocupado en algo te aportará la calma y la objetividad necesaria para tratar la situación con los pies en la tierra.
- No te aísles. Cuenta con tus seres cercanos y expresa cómo te sientes. Aprovecha para conocer grupos nuevos y relaciónate. Te distraerá, te cargará de ánimos y te ayudará a salir de ese sentimiento de "invisibilidad".
- No te dejes llevar por las emociones. Sentirte peor en estas circunstancias es algo lógico. No por ello estás enfermo o enferma, y sigues siendo igual de capaz. Además, todos los seres humanos tenemos un factor potencial que se llama 'resiliencia': la capacidad de desarrollarse y vivir bien a pesar de las condiciones negativas de la vida.
- Cada fracaso te acerca al objetivo. Hay que llamar a cien puertas antes de que alguna se abra. Que te rechacen, simplemente quiere decir que no estás dejando de intentarlo. En contra de lo que muchos pueden creer, encontrar empleo es una tarea a largo plazo, una carrera de fondo.
- Recuerda que en chino "crisis" significa oportunidad. A día de hoy no sabes qué nuevas experiencias o campos laborales se te pueden abrir si sigues esforzándote en ello. 
Sentimientos que hay que apartar
- Si nos sentimos obligados a encontrar trabajo, aumentará la ansiedad. Pase lo que pase, la vida sigue. Con mejores o peores circunstancias, podremos seguir riendo y teniendo buenos momentos: excepto en el caso de que estemos tan ansiosos que no nos demos cuenta de ello.
- Quejarnos creará un mal ambiente a nuestro alrededor, de pesimismo y negatividad, que irá haciendo nuestro día a día cada vez más oscuro y, sobre todo, nos alejará de la actitud adecuada para encontrar un trabajo.
- El miedo sólo logra congelarnos en la pasividad y que todos los esfuerzos que tenemos que hacer nos cuesten el doble.
- Echarte encima unas culpas que no tienes, o anclarte en el rencor, hace que estés pensando en circunstancias que no ayudan a conseguir lo que te propones; al contrario, te irás sintiendo cada vez peor y más aislado.
Autora
Dra. Silvia Álvarez. Psicóloga
Artículo publicado en el número 86 de la Revista 'Corazón y Salud'