Es el fruto del mandarino, e igual que el naranjo, este árbol pertenece a la familia de las rutáceas aunque su fruto es más pequeño, dulce y delicado.
Su origen se sitúa en el sudeste asiático, principalmente en China, donde le otorgaron su nombre en honor a las ropas anaranjadas que llevaban los altos gobernantes en la antigüedad. Se introdujo en Europa en el siglo XVIII, y llegaron a España un siglo después gracias al empresario y político valenciano José Polo de Bernabé y Borrás, quien remplazó los cultivos de vides y olivos, que poseía en la comarca de la plana baja en Castellón, por mandarinos. Actualmente, los principales países productores son Japón, Argelia, Brasil, México, Índia, Israel y España, donde el 90 por ciento de la producción proviene de la Comunidad Valenciana.
Vitaminas a raudales
Formada en un 85 por ciento de agua, contiene poco azúcar y por lo tanto, pocas calorías, unas 35 por 100 g (dos mandarinas). Aporta dosis considerables de vitamina C aunque en menor cantidad que otras frutas, y más pro vitamina A que la mayoría de los cítricos. Posee cantidades significativas de vitaminas del grupo B, potasio, magnesio y una gran riqueza de ácidos cítrico y oxálico.
Merece la pena destacar, más detalladamente, su aporte de vitamina C y de pectinas, ya que en diversos estudios se ha observado que dosis elevadas de estas dos sustancias, ayudan a eliminar del torrente sanguíneo algunos metales pesados como el plomo o el mercurio que se acumulan en el organismo. Además, esta vitamina facilita la absorción del hierro durante la digestión, por ello, en caso de anémia ferropénica, se recomienda tomarla como postre después de haber ingerido alimentos ricos en este mineral.
A todo esto hay que sumarle que contiene abundantes cantidades de beta-criptoxantina y beta-caroneto, dos fitoquímicos con gran poder antioxidante que ayudan a combatir el efecto negativo de los radicales libres, refuerzan el sistema immunológico y protegen el organismo frente a la aparición de enfermedades cardiovasculares, degenerativas y determinados tipos de cáncer.
Durante el embarazo
Por su elevado contenido en ácido fólico, se recomienda introducirla en la alimentación durante el embarazo puesto que los folatos son imprescindibles para los procesos de multiplicación celular, prevenir la espina bífida del feto y evitar cualquier alteración del tubo neuronal. También beneficia a las futuras madres su contenido de fibra, ya que algunas padecen estreñimiento en este periodo, mientras que mejora los niveles glucémicos y reduce la absorción de colesterol, dos pu tos positivos para la salud de la madre y de la del bebé.
Fruta medicinal
Con las flores del árbol del mandarino se prepara una infusión excelente para tratar las alteraciones nerviosas, ya que ayuda a regular el sistema nervioso, favorece la conciliación del sueño, reduce el estrés y mitiga la tensión emocional.
A su vez, la medicina china utiliza la piel de mandarina para tratar algunos trastornos digestivos como diarrea, vómitos, algunos tipos de tos y el hipo. Además, masticar la piel mejora los síntomas de la úlcera gástrica. A nivel energético, se utiliza para regular y estabilizar el flujo de energía, y muchos tónicos incorporan este ingrediente paar estimular el sistema linfático, y como limpiador de pieles grasas o con impurezas.
No elijas al azar
Un grupo de investigadores de diversas universidades españolas ha publicado un estudio en el que concluyen que la variedad clemenules, la más cultivada en la Comunidad Valenciana, es la mejor para elaborar zumo por contener más vitamina C que otras variedades, y poseer un aroma y color más intenso. Las clemenules se recogen desde principios de noviembre hasta finales de enero, y se caracterizan por no contener semillas en sus gajos. Para encontrar las de mayor calidad hay que olerlas. Las que despreden un olor dulce e intenso significa que están maduras y listas para comer. Externamente hay que escoger las más pesadas, indicativo de que están llenas de jugo y las de piel fina,lisa y blanda pero no arrugada.
Autora
Marta Figueras. Nutricionista
Artículo publicado en el número 84 de la Revista 'Corazón y Salud'