El 50% de quienes sobreviven a un cáncer tiene secuelas clínicas, y los trastornos cardiovasculares son una de ellas. Sin embargo, un control adecuado puede reducir los riesgos.
El tratamiento oncológicomultiplica por tres el riesgo de complicaciones cardiovasculares. De hecho, es la causa más frecuente de muerte entre las mujeres que sobreviven un cáncer de mama o a un linfoma. El Primer Simposio Internacional sobre Cardio-Oncología, organizado por la Sociedad Española de Cardiología y la Fundación Areces, con la colaboración de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), puso de manifiesto esta realidad y ha abogado por una implicación conjunta de cardiólogos, oncólogos, hematólogos y enfermeros en el tratamiento de los pacientes con cáncer.
El tratamiento oncológico con más riesgo para el corazón es la radioterapia torácica. “Produce daños a nivel del miocardio, del pericardio, de las coronarias y del tejido valvular, lo que deriva en insuficiencias valvulares, enfermedad coronaria precoz, pérdida de fuerza del corazón y patología pericárdica», explica la doctora Teresa López, del servicio de cardiología del Hospital Universitario La Paz de Madrid.
Los efectos de la ‘quimio’
En cuanto a la quimioterapia, la antraciclina –clave en el tratamiento de tumores– es el fármaco con mayores efectos secundarios para el sistema cardiovascular: produce un daño directo sobre las células del miocardio causando disfunción ventricular y multiplicando por diez el riesgo de desarrollar una insuficiencia cardíaca.
Los especialistas médicos aconsejan crear unidades de cardiooncología en todos los hospitales para controlar la cardiotoxicidad en pacientes de cáncer. Sin embargo, en España solo en el Hospital de La Paz de Madrid funciona una unidad a pleno rendimiento para tratar a estos pacientes; mientras, en los Estados Unidos, por ejemplo, todos los servicios de oncología disponen ya de una. Es el otro platillo de la balanza.
Prevenir, la mejor terapia
Aunque todos los pacientes de cáncer tratados pueden sufrir trastornos cardiovasculares, los que más riesgo tienen son los que ya presentaban problemas en ese sentido: hipertensos, diabéticos, obesos, fumadores... Por eso, los médicos aconsejan diagnosticar y tratar precozmente a estos pacientes e implicarles en el cuidado de los factores de riesgo, inculcándoles un estilo de vida cardiosaludable. Está demostrado que una vida saludable puede reducir los efectos secundarios sobre el corazón de los tratamientos oncológicos.
Artículo publicado por Rubén Márquez en el Nº 118 de la revista 'Salud y Corazón'