En España se producen 117.400 muertes al año por causas cardiovasculares, lo que supone que tres de cada 10 fallecimientos que se dan en nuestro país están relacionados con enfermedades cardiacas. Muchas de esas patologías dan la voz de alarma de forma súbita, lo que los especialistas llaman emergencia. Y un elevado porcentaje, en torno al 75%, ocurren en el hogar. Actuar rápido y avisar a los servicios de emergencias ante este tipo de urgencias es vital para salvar la vida.
Esas acciones comienzan por reconocer la emergencia cardiaca, según explicaba hace unos días en la Casa del Corazón Francisco Javier Noriega Sanz, cardiólogo de la Unidad Coronaria del Hospital Clínico San Carlos. Para reconocerla, es fundamental advertir los síntomas con que se puede presentar:
- Dolor torácico. No siempre el dolor torácico es de origen cardiológico, ya que también puede deberse a una patología pulmonar, digestiva o muscoesquelética. Pero cuando ese dolor se presenta como una opresión intensa en el centro del pecho, es posible que se trate de una angina de pecho o infarto de miocardio. En muchas ocasiones el dolor se irradia a la región de la mandíbula o el cuello, pudiendo también extenderse al brazo izquierdo o incluso a ambos brazos. Si esa opresión aparece con los esfuerzos o el estrés y luego desaparece, lo más probable es que se trate de una angina de pecho; sin embargo, si aparece en reposo o persiste tras realizar el esfuerzo o sufrir el episodio de estrés es más posible que se trate de un infarto agudo de miocardio. Una pista que puede indicarnos que estamos ante una angina de pecho o infarto es que el dolor venga acompañado de vómitos, naúseas y/o sudoración fría, aunque también es posible que estos síntomas no se den.
Otro dolor torácico que debe preocuparnos es el que se presenta de forma brusca y muy intensamente en el centro del pecho, y que con frecuencia se irradia hacia la espalda, entre las dos escápulas. También es posible que se irradie hacia la mandíbula, la boca del estómago, las piernas o la región lumbar y que vaya acompañado de mareos. Todos esos síntomas se asocian a una patología de la arteria aorta.
No son las únicas emergencias que se manifiestan con dolor en el tórax. Según los especialistas, el tromboembolismo pulmonar provoca igualmente dolor torácico de aparición brusca, pero en este caso las características son muy variables pudiendo presentarse como un dolor opresivo o fluctuante. Lo que sí es característico de esta dolencia es que se acompaña de falta de aire o incluso de una pérdida de consciencia transitoria.
En cambio, cuando se trata de una pericarditis aguda, el dolor es diferente. Según explica Noriega, se manifiesta como un dolor continuo en todo el pecho pero punzante más que opresivo. No suele relacionarse con los esfuerzos ni se irradia a los brazos. Una característica que puede darnos la clave es que se relaciona con la respiración: cuando uno inspira el dolor se agudiza. Por el contrario, si nos inclinamos hacia delante hay cierto alivio del dolor. En muchos casos se presenta después de haber padecido un catarro, aunque no siempre es así. Ante estos síntomas hay que acudir igualmente al especialista o incluso a Urgencias, pero no debemos alarmarnos en exceso ya que se trata de una patología que, aunque hay que tratar, reviste menor gravedad.
- Disnea. Es otra urgencia cardiológica cuyo síntoma más característico es la dificultad para respirar. La disnea que preocupa más a los especialistas es la que aparece de forma brusca en pacientes que o no tenían disnea o la tenían en un grado menor. Si el paciente ya padecía dificultades pulmonares previas o había pasado por un catarro recientemente, lo mas probable es que el origen de la disnea sea pulmonar (EPOC, asma, neumonía...). Por el contrario será de origen cardiológico cuando además de la falta de aire se da dolor torácico, palpitaciones y/o hinchazón en las piernas los días previos. Independientemente del origen, si al incorporarnos no mejora la disnea o si cuando dejamos de toser seguimos sin poder respirar con normalidad, los especialistas aconsejan llamar al servicio de emergencias.
- Pérdida de consciencia. Los médicos llaman síncope a la pérdida de consciencia transitoria -si se mantiene en el tiempo la consideran una parada cardiorespiratoria-. Y aunque recuperemos por completo el conocimiento al cabo de unos segundos o minutos tras el síncope, éste puede estar relacionado con una patología cardiovascular. Sobre todo si no tiene un desencadenante claro como en las lipotimias o en situaciones donde padezcamos dolor, miedo o suframos emociones extremas. Las tres principales causas del síncope de origen cardiaco son la arritmia cardiaca, un infarto agudo de miocardio o un tromboembolismo pulmonar. Normalmente todas ellas van a ir acompñadas de síntomas antes o después de la pérdida de conocimiento como taquicardias, dolor torácico o falta de aire.
- Crisis hipertensiva. Lo habitual es que unas cifras de presión arterial muy altas se acompañen de mareos, cefaleas u otros síntomas. Sin embargo, incluso aunque no tengamos síntomas, si nuestra presión arterial está por encima de 180/110 mmHg, estamos ante una crisis hipertensiva sobre la que hay que actuar acudiendo al centro de salud o a emergencias para evitar complicaciones, ya que esas cifras pueden provocar angina de pecho, infarto, disección aórtica, edema agudo de pulmón, ictus o hemorragia cerebral.