Más de un millón de personas en España padecen fibrilación auricular (FA). Y muchas de ellas, aún no lo saben. La principal razón es que en un porcentaje considerable de los casos no presenta síntomas. Sin embargo, sus consecuencias pueden ser graves: se trata una enfermedad progresiva que puede empeorar con el tiempo y que multiplica el riesgo de padecer insuficiencia cardiaca o ictus. Por eso, detectarla y tratarla de forma temprana es clave. En este artículo te contamos cómo.
¿Qué es?
Como ha explicado el cardiólogo Tomás Datino Romaniega, presidente de la Asociación del Ritmo Cardiaco de la SEC, en el CardioTV ‘Siente tu ritmo: hablemos de fibrilación auricular’, la fibrilación auricular es un tipo de arritmia, la más frecuente en la población, y como toda arritmia consiste en una alteración del ritmo cardiaco que produce un pulso irregular.
En concreto, en un corazón sano existe un solo foco que descarga electricidad aproximadamente una vez cada segundo -más rápido si estamos nerviosos o haciendo ejercicio, más lento si nos encontramos tranquilos-, provocando que el corazón se contraiga entre 60 y 100 veces por minuto. Sin embargo, en la fibrilación auricular hay una extraordinaria cantidad de focos que simultáneamente hacen que la activación eléctrica en las aurículas se produzca en torno a 350 veces por minuto.
¿Cómo saber si padecemos fibrilación auricular?
Si produce síntomas, estos suelen ser palpitaciones, mareos, falta de aire o dolor en el pecho. Pero la fibrilación auricular también puede pasar desapercibida y no producir ningún síntoma. “Ese es uno de los problemas, porque si no sabemos que tenemos este tipo de arritmia, no podemos ponerle tratamiento y eso puede tener consecuencias”, ha explicado el doctor Datino Romaniega.
Precisamente para concienciar a la población de la importancia de una detección precoz, la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y la Fundación Española del Corazón (FEC) han lanzado la campaña 'Siente tu ritmo. Tómate el pulso', con la que animan a la población a tomarse el pulso correctamente y hacerlo de forma periódica.
Esta medida puede ayudar a una detección temprana de la FA con la que prevenir posibles complicaciones, ya que podemos sospechar de ella simplemente tomándonos el pulso. Así podremos observar si el latido es o no regular. Para ello solo hay que seguir los siguientes pasos:
- colocar los dedos índice y corazón sobre la muñeca
- en esa posición, percibir el pulso de la arteria radial que pasa por la muñeca a la altura del pulgar
- observar si el ritmo es regular o presenta alteraciones
En caso de que se sospeche de que hay alteraciones, se recomienda consultar con un profesional de la salud, quien puede confirmar el diagnóstico mediante un electrocardiograma.
¿Qué consecuencias tiene la fibrilación auricular en nuestro sistema cardiovascular?
El corazón ya no se contrae tan organizadamente como cuando presenta un ritmo normal (ritmo sinusal). Al hacerlo desorganizadamente, puede latir mucho más rápido y además no contraerse lo necesario, por lo que es posible que la sangre se remanse en algunas partes del corazón y forme coágulos que pueden expulsarse y dar lugar a embolias. Por eso, cuando el riesgo de que se produzcan eventos tromboembólicos es alto, en la mayoría de los casos se indica tratamiento con anticoagulantes.
Otra de las consecuencias si no se trata es que puede acabar produciendo insuficiencia cardiaca, como ha explicado la doctora Cristina Lozano Granero, cardióloga en el hospital universitario Ramón y Cajal y coordinadora de la campaña ‘Siente tu ritmo: tómate el pulso’. “La insuficiencia cardiaca puede llegar a afectar incluso a la mitad de las personas a las que se diagnostica fibrilación auricular. Por eso es importante el diagnóstico precoz, para poder poner los medios y tratamientos”, explica.
¿Qué causa la fibrilación auricular?
Aunque puede aparecer a cualquier edad, la fibrilación auricular es más frecuente a partir de los 65 años, por lo que el factor principal que la causa es la edad. Además, también está asociada a factores de riesgo cardiovascular como el sedentarismo, la obesidad, la hipertensión o la diabetes. Todos ellos pueden facilitar la aparición de esta alteración del ritmo cardiaco. Sin embargo, en ocasiones no existen estos factores, simplemente hay cierta predisposición en el organismo.
¿Cuántas personas la padecen?
Su prevalencia es alta: se calcula que un 4% de la población adulta tiene fibrilación auricular. En los mayores de 85 años, ese porcentaje alcanza el 15%. En Europa, se estima que hasta una de cada tres personas padecerán fibrilación auricular en algún momento de su vida.
¿Hay distintos tipos de fibrilación auricular?
No todas las personas tienen el mismo número de crisis de fibrilación auricular ni éstas se dan en las mismas situaciones. En función de su comportamiento y evolución, se distinguen dos tipos de fibrilación auricular:
- Fibrilación auricular paroxística. Es la que empieza y termina espontáneamente. Se trata de la forma más leve: el corazón está empezando a “protestar”, pero lo hace solo durante un tiempo. Sin embargo, si no se actúa es muy probable que esa fibrilación se convierta en persistente y ya no desaparezca sola sino con ayuda de profesionales sanitarios que o bien proporcionen medicamentos o bien se decanten por un choque eléctrico.
- Fibrilación auricular persistente y permanente. En este caso, la fibrilación auricular es constante. En ningún momento reaparece el ritmo cardiaco normal (sinusal).
¿Cómo se trata la fibrilación auricular?
Una vez diagnosticada, se valora si es necesario que el paciente tome anticoagulantes o no, ya que no todos los pacientes con fibrilación auricular tienen un riesgo elevado de producir trombos. Si la respuesta es afirmativa, al tomar anticoagulantes el riesgo de sufrir embolias se reduce mucho.
Además, dependiendo de la causa también se tratarán los factores que pueden desencadenar la arritmia, porque puede deberse a un problema cardiaco, y factores de riesgo cardiovascular que hayan podido intervenir en la aparición de la fibrilación auricular.
Si mediante estas acciones no se consigue restablecer el ritmo normal del corazón, la opción es la cardioversión y, en caso de que tampoco funcione, la ablación, una técnica segura y eficaz.