Cada 28 de abril celebramos el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo, una fecha perfecta para recordar que también debemos cuidar nuestra salud cardiovascular desde la oficina o el lugar donde desempeñemos nuestras tareas laborales, en el que pasamos casi un tercio de nuestra vida.
Con frecuencia, en el entorno laboral nos encontramos con varios “adversarios” ante los que debemos tener especial cuidado si queremos cuidar nuestro corazón. Entre ellos, estrés, sedentarismo y mala alimentación, tres factores de riesgo cardiovascular que podemos mantener a raya.
Estrés
Según estudios como el publicado hace unos meses en European Journal of Preventive Cardiology, el estrés laboral incrementa de forma notable el riesgo de padecer fibrilación auricular. Concretamente esta investigación concluyó que las personas que sufren estrés en el trabajo tienen un riesgo un 48% mayor de padecer fibrilación auricular.
Para poder combatir ese estrés que acaba afectando a la salud cardiovascular, lo primero es reconocer que lo sufrimos. La irritabilidad, los problemas de sueño, la falta de apetito, el cansancio y los dolores frecuentes de cabeza pueden ser signos que nos alerten de que estamos sufriendo estrés. Una vez identificado, el siguiente paso es combatirlo.
Para ello, los especialistas aconsejan evitar postergar lo que nos preocupa en nuestro puesto de trabajo, afrontando la tarea en cuestión y haciéndola lo antes posible; ser asertivos y aprender a decir “no” cuando nuestra carga de trabajo sea objetivamente excesiva; y procurar redistribuir la importancia que damos a nuestras distintas parcelas -trabajo, familia, amigos, pareja…-, dándole a cada una su tiempo para que ninguna se resienta. Tres consejos que no resulta fácil llevar a la práctica, pero en los que reside la clave para deshacernos del estrés.
Sedentarismo
La OMS asegura que el sedentarismo es el cuarto factor de riesgo en relación con la mortalidad global, y que está implicado en 3,2 millones de muertes en el mundo. Por el contrario, el ejercicio físico actúa como una verdadera medicina a la hora de prevenir decenas de enfermedades, entre ellas las cardiovasculares. Por eso aconseja que niños y adolescentes realicen diariamente 60 minutos de actividad física aeróbica de intensidad entre moderada y vigorosa, y que los adultos practiquen semanalmente al menos 150 minutos de actividad física aeróbica de intensidad moderada o 75 minutos de actividad física aeróbica de intensidad vigorosa.
Durante los fines de semana y las vacaciones resulta fácil encontrar tiempo para cumplir con esas recomendaciones, pero en el trabajo lo más habitual es que pasemos más tiempo del que nos gustaría sentados en una silla frente a un ordenador. Por esa razón conviene levantarse de la silla al menos cada dos horas para estirar las piernas y realizar pequeños paseos por la oficina, evitar coger el ascensor y optar por las escaleras cada vez que lleguemos o salgamos del trabajo y, si es posible, desplazarnos al trabajo cada mañana caminando o en bicicleta y regresar a casa de la misma forma.
Mala alimentación
Para muchos, comer en el trabajo es sinónimo de alimentos procesados y ricos en grasas, sal y azúcares, precisamente los más perjudiciales para la salud cardiovascular. Sin embargo, el hecho de que no podamos desplazarnos hasta casa para comer durante los días laborables no significa que no podamos cuidar la alimentación.
Los especialistas aconsejan tener a mano alimentos que nos proporcionen la energía necesaria sin aportar excesos de grasa, sal o azúcares, y entre esos alimentos figuran las frutas y verduras. No solo mejoran nuestro rendimiento, sino que también pueden ayudarnos a evitar que pasemos largos períodos de tiempo en ayunas. Otros alimentos como los frutos secos en pequeña cantidad, especialmente almendras crudas y nueces, aportan ácidos grasos esenciales, que van a mantener en óptimo estado la función de los vasos sanguíneos. Los cereales integrales, sin azúcar añadido, los yogures naturales y los quesos frescos bajos en grasas también pueden ser opciones saludables.
En cuanto al almuerzo, lo ideal es llevarnos al trabajo la comida preparada en casa y así poder seleccionar los alimentos y la forma de cocinado más saludable. En caso de tener que comer en restaurantes, la recomendación es evitar comidas copiosas, procurar variar el menú e intentar que en este estén presentes las verduras, las legumbres, la fruta y el pescado.