Más del 80% de las enfermedades cardiovasculares se podrían evitar si seguimos los hábitos adecuados. Entre ellos, hacer ejercicio con la suficiente frecuencia como para que nuestro organismo se beneficie. Por eso practicar deporte no es solo algo en lo que ocupar nuestro tiempo de ocio sino también una herramienta clave contra la enfermedad cardiaca.
Sin embargo, para que podamos mantener la frecuencia de práctica necesaria para obtener beneficios, los cardiólogos insisten en que es clave que elijamos el deporte que más se adecúe a nuestros gustos. “Cualquier actividad física que no tenga un componente profesional debe tener un componente lúdico. Hay que divertirse con ello, si es una obligación es complicado mantener la frecuencia. Por eso el tipo de ejercicio no es tan importante como que éste produzca la suficiente satisfacción o diversión para mantener ese tiempo ocupado en la actividad física”, explica el doctor Emilio Luengo, cardiólogo titular del área de Actividad Física en el Consejo de Expertos de la Fundación Española del Corazón. Además, hay que tener en cuenta otros factores que nos ayudarán a sacar el máximo provecho de la actividad deportiva:
¿Qué frecuencia semanal es la ideal?
La OMS recomienda que niños y adolescentes de entre 5 y 17 años practiquen al menos 60 minutos diarios de actividad física de intensidad moderada a vigorosa, principalmente aeróbica. Para los adultos la recomendación es practicar, como mínimo, 150 minutos semanales de actividad física aeróbica de intensidad moderada o 75 minutos de actividad intensa.
¿Cuál es la intensidad idónea?
Según explica el doctor Luengo, si nos referimos a niños, cuya maquinaria hormonal está poniéndose en marcha, lo ideal es empezar por ejercicios a intensidades moderadas pero permitiendo que esas intensidades puedan pasar de moderadas a intensas a medida que llegan a la adolescencia y alcanzan la juventud. Entre los 25 y los 35 años es cuando la progresiva curva de intensidad vital se estabiliza y no crece más. Después, conforme van pasando los años, el aparato cardiovascular va reduciendo su eficiencia, y la gama de frecuencias cardiacas a las que puede trabajar se reducen desde la frecuencia de reposo hasta unas frecuencias máximas que cada vez van siendo más cortas. Es la razón por la que hay que moderar los ejercicios extremos a partir de los 35 años aproximadamente. Para calcular la intensidad adecuada solo tenemos que fijarnos en la frecuencia cardiaca, que podemos medir con relojes inteligentes o pulsómetros.
¿Pueden los pacientes cardiacos practicar cualquier deporte?
“En la mayoría de las enfermedades cardiovasculares el ejercicio no está contraindicado sino todo lo contrario: es recomendable. Solo hay algunas circunstancias muy específicas, por ejemplo algunos casos de miocardiopatía hipertrófica o de otras miocardiopatías, en las que se podría plantear algún problema si la actividad física aumenta el riesgo de arritmias o altera la normal evolución de la enfermedad, pero en general en el resto el ejercicio está indicado”, explica el doctor Luengo, que añade que lo que es necesario tener en cuenta en la enfermedad cardiovascular es que el límite no lo establece la capacidad biológica del corazón sino la relación de la eficacia cardiaca con la patología que le hace de techo.
“Por eso una persona con enfermedad cardiovascular podrá realizar toda aquella actividad física que no le produzca o arritmias o angina. Los rehabilitadores cardiacos intentarán alargar ese espacio en el que el paciente está libre de síntomas. A través de un entrenamiento suave se logra aumentar la capacidad física también del insuficiente cardiaco, por eso es tan beneficioso que practique ejercicio a la intensidad adecuada”, señala el doctor Emilio Luengo.
¿Qué actividades físicas resultan más cardiosaludables por sus efectos en el organismo?
Para personas con patología cardiaca, la actividad más recomendable es la predominantemente aeróbica y poco estática, con intensidad fácilmente graduable. Por ejemplo, andar ligero, subir escaleras, correr o trotar y deportes de equipo o duales suaves, como los partidos de dobles, en los que se puede graduar la intensidad.
Si hablamos de personas sanas de edad intermedia que no han practicado deporte con anterioridad, lo ideal son deportes aeróbicos que requieren poca coordinación, como correr, trotar, andar, ir en bicicleta o deportes más complejos como el remo si se realiza a una intensidad suave, o el montañismo mientras no incluyamos la escalada, así como deportes de equipo múltiple como el fútbol o el baloncesto, además del tenis y similares. Si se trata de personas muy mayores, reduciremos fuerza e intensidad aeróbica con deportes como el golf o la petanca.
Por el contrario, la gente más joven puede practicar cualquier tipo de deporte, sobre todo aquellos donde la parte aeróbica y la intensidad se combinan muy bien, incluyendo los que tienen componente estático muy intenso como artes marciales, remo a un buen nivel y cualquier deporte de equipo.
En cuanto a los niños por debajo de los 15 años, lo más recomendable el que el ejercicio físico sea una extensión de las actividades de la vida normal que le diviertan, y frecuentemente son aeróbicos: correr, juegos de pelota etc…