Una de las preocupaciones más frecuentes tras pasar por un infarto, una angina de pecho o cualquier otro episodio cardiovascular es si se podrán tener relaciones sexuales con normalidad. La respuesta tiene matices, pero la mayoría de las veces es afirmativa.
El esfuerzo cardiovascular que requiere la actividad sexual equivale a tareas cotidianas como subir dos pisos de escaleras. De hecho, el esfuerzo físico que precisa la actividad sexual se podría calificar de moderado, lo que en principio no traería ninguna complicación. Por eso, aquellos pacientes que han sufrido una cardiopatía isquémica, pueden tener relaciones sexuales con normalidad una vez que han sido dados de alta del episodio agudo si no tienen problemas para realizar tareas como esa.
Así se demostró en una investigación realizada en el hospital Ramón y Cajal de Madrid, en la que el doctor José Luis Palma Gámiz, vicepresidente de la Fundación Española del Corazón, fue el investigador principal. Según explica el doctor Palma, las experiencias sobre la carga energética que produce un coito se llevaron a cabo en pacientes con infarto no complicado de 10 días de evolución, a los que se les implantó un holter de 24 horas.
Esta investigación encontró que, cuando la relación sexual se mantiene con el cónyuge habitual, la carga energética del coito es la equivalente a subir dos pisos. Sin embargo, una relación sexual con una pareja no habitual puede aumentar considerablemente la carga emocional y consecuentemente energética, lo que sube la presión arterial, la frecuencia cardiaca y por tanto, el consumo miocárdico de oxígeno.
En cualquier caso, la prueba de esfuerzo que se realiza al paciente cardiaco tras sufrir un infarto es una buena referencia para medir el estado del corazón, y el desgaste energético que se realiza en esta prueba es superior al de la práctica sexual.
Un problema distinto es que haya problemas de erección o frigidez tras pasar por un evento cardiaco, lo que es posible que ocurra. Ambos pueden estar motivados por el tipo de tratamiento farmacológico o por la descompensación psicológica provocada por la enfermedad cardiaca. Cualquiera de las dos situaciones puede provocar síntomas de depresión susceptibles de ser tratadas por un psicólogo.
Pero para poder ser tratado, lo primero es hablar con el equipo sanitario. Y según demostró el estudio IMJOVEN, publicado en la revista Circulation y dirigido por los doctores Krumholz en EEUU y Héctor Bueno en España, tanto médicos como pacientes hablan con poca frecuencia de las relaciones sexuales tras un infarto. El estudio mostró que, concretamente en España, tan solo el 13% de las mujeres y el 17% de los hombres recibe asesoramiento por parte de su cardiólogo sobre la actividad sexual que pueden realizar tras haber padecido un infarto.
Las indicaciones de las guías de práctica clínica indican que, salvo en infartos complicados o en los pocos casos en que persistan síntomas importantes después del evento cardiovascular, es recomendable retomar una vida normal, y por esa razón mantener la actividad sexual es un factor esencial en la recuperación del cardiópata. De ahí que hace ya algunos años se pidió a los cardiólogos desde la Sociedad Española de Cardiología (SEC) que incluyeran recomendaciones sobre la actividad sexual en sus conversaciones con los pacientes antes de entregarles el alta hospitalaria. De esa forma, también se fomenta que los pacientes se animen a preguntar sus dudas en torno a la práctica sexual tras el infarto.