Dicen que el agua es vida, y en cierta manera lo es literalmente: si bebemos menos agua de la que nuestro organismo necesita pueden comenzar a fallar algunas funciones del organismo y que se vea comprometida nuestra salud cardiovascular. Ocurre por ejemplo cuando la deshidratación lleva a una mala función renal y esta provoca la aparición de arritmias.
Aunque siempre debemos seguir la recomendación de beber entre dos y tres litros de agua diarios para evitar esa deshidratación que resulta tan perjudicial para todo nuestro organismo, en verano es especialmente importante tenerla en mente y llevarla a cabo ya que es cuando solemos perder más líquido: con el calor aparece el sudor, que hace que eliminemos más agua de la habitual. Por eso debemos reponer con más frecuencia el contenido hídrico que el cuerpo ha perdido.
En caso de no hacerlo, nuestro organismo nos mandará señales en forma de mareos, dolor de cabeza, aletargamiento, sensación de boca seca, calambres musculares, sudor frío o incluso visión borrosa y pérdida de conocimiento en situaciones extremas. Para prevenir estas situaciones debamos adelantarnos y cubrir nuestras necesidades de agua antes. Los especialistas advierten que no hay que esperar a sentir sensación de sed para beber agua; de hecho, si llegamos a tener sed es que ya hemos llegado tarde porque hemos comenzado a deshidratarnos. Además, esa sensación puede no aparecer o hacerlo sin demasiada intensidad en determinados grupos de población como los mayores y los niños.
Para estar siempre hidratado…
- Evita en lo posible estar en espacios abiertos sin sombra cuando el sol es más intenso -entre las 12 de la mañana y las 5 de la tarde-.
- No esperes a tener sed para beber agua.
- La leche, las frutas y las hortalizas frescas son ricas en agua y pueden contribuir notablemente al aporte total de agua que necesitamos. Recuerda consumir estos productos con frecuencia.
- Controla la ingesta de alcohol.
- Cuando practiques deporte, recuerda incrementar tu hidratación porque perderás más agua durante el ejercicio. Además, también se pierden electrolitos como el Na, K, Mg entre otros, por lo que también es buena idea ingerir bebidas isotónicas y sopas frías tan hidratantes y nutritivas como el gazpacho y similares.
Necesidades hídricas según nuestra edad
Nuestro cuerpo tiene una capacidad limitada para almacenar el agua que ingerimos, y esa es la razón de que tengamos que estar bebiéndola constantemente. Pero, ¿cuánta deberíamos ingerir? Depende de varios factores, entre ellos las condiciones ambientales y la actividad física que desarrollemos. Sin embargo, como norma general se recomienda consumir entre dos y tres litros diarios, algo más si se trata de mujeres embarazadas o en periodo de lactancia. Tan solo los niños menores de tres años están excluidos de esta recomendación: entre 0 y 6 meses se calcula que deberían beber unos 0,7 litros de agua; entre los 7 meses y el año, 0,8 litros; y entre uno y tres años, 1,3 litros de agua.