¿Qué puede provocar una trombosis? ¿En qué consiste esta patología? ¿Cómo se relaciona con la cardiopatía isquémica? ¿Qué consecuencias puede tener? ¿Podemos evitarla?
Los doctores José Luis Ferreiro Gutiérrez e Inmaculada Roldán Rabadán, coordinadores del Grupo de Trabajo de Trombosis Cardiovascular de la Sección de Cardiopatía Isquémica y Cuidados Agudos Cardiovasculares de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), contestan a estas preguntas.
¿Qué es la trombosis?
La trombosis es el proceso por el que se obstruye un vaso sanguíneo debido a la formación de un trombo o coágulo. Dicho trombo o coágulo sanguíneo se produce en circunstancias normales para evitar el sangrado por ejemplo producido por una herida que rompe un vaso sanguíneo. Está formado por elementos de la sangre como las plaquetas, los glóbulos rojos y una trama de unión que llamamos fibrina y lo hace consistente. Cuando este proceso sobrepasa la respuesta normal defensiva y se obstruyen vasos sanguíneos (se “taponan”, coloquialmente) en sitios clave como corazón, cerebro o miembros, se produce la enfermedad que llamamos “trombosis”, con graves consecuencias para la vida: infarto cardiaco o cerebral, por ejemplo.
¿Qué relación tiene la trombosis con la cardiopatía isquémica?
Si el trombo se produce dentro de las arterias que irrigan (llevan sangre al corazón) el tejido cardiaco o miocardio, que se llaman arterias coronarias, estas se pueden obstruir parcial o totalmente, con lo que se produce un infarto de miocardio que, según su extensión, puede quedarse seriamente afectado.
La afectación de las arterias coronarias es lo que conocemos genéricamente como cardiopatía isquémica. Dependiendo de lo grave que sea la obstrucción de la coronaria, puede producirse angina de pecho o un infarto de miocardio, que a su vez puede ser desde pequeño a masivo, lo que tendría implicaciones importantes a corto y largo plazo.
¿Por qué puede producirse?
Las arterias coronarias se van deteriorando a lo largo del tiempo dependiendo de hábitos de vida alimentarios, factores de riesgo como la hipertensión, el tabaco, niveles elevados de colesterol, diabetes etc… o factores genéticos de cada persona. El deterioro consiste fundamentalmente en el depósito de colesterol y alteraciones varias en la pared del vaso que llevan a la producción de lo que se conoce como “una placa de ateroma”. El problema es que esta placa dependiendo de si es “más dura o más frágil” puede romperse y poner en marcha la formación de un coágulo o trombo que, al ocupar u obstruir la luz del vaso, impide la llegada de sangre al tejido cardiaco y, por tanto, lo lesiona.
¿Qué riesgos conlleva?
Como apuntábamos, si un trombo obstruye (tapa la luz de) un vaso sanguíneo, sea este una coronaria, una arteria cerebral, arteria de una pierna, venas o el propio corazón, el tejido que alimentaba ese vaso se queda sin sangre y se lesiona o incluso muere (se necrosa). Si esto ocurre en una coronaria, podemos tener un infarto de miocardio; si ocurre en el cerebro, un ictus; si tiene lugar en una pierna, puede tener como consecuencia incluso la amputación de la misma; si ocurre en venas, lo que llamamos trombosis venosa, puede originar además una embolia pulmonar; y si el trombo se origina en el corazón porque ha quedado dañada una gran parte del mismo, podemos tener una embolia cerebral.
La consecuencia final es que se pierde parte de la función del órgano afectado, ya sea parcial o totalmente, lo que incluso puede producir, en algunos casos, la muerte. Dependiendo de la localización donde se produce la trombosis, a largo plazo puede haber consecuencias muy graves como dolor torácico con los esfuerzos (la angina de pecho) o “fatiga crónica o encharcamiento” por insuficiencia cardiaca (si se produce una pérdida importante de la función del corazón), hemiplejia (parálisis de la mitad del cuerpo) o dificultad para hablar e incluso “quedarse en una silla de ruedas” tras un ictus, tener dolores en las piernas al caminar o llegar a perder un miembro tras una trombosis en las arterias de las extremidades.
¿Se puede prevenir?
Sí, y de hecho es mucho mejor prevenirlo que tratar un episodio de trombosis ya producido. Es una labor del médico hacer entender a los ciudadanos que la principal causa de muerte actual es la enfermedad cardiovascular (un infarto, por ejemplo); y la segunda, el ictus (primera en mujeres), y su base es la trombosis. El ciudadano debe asumir que un hábito de vida saludable, ejercicio aeróbico diario, una dieta sana mediterránea, pobre en grasas animales, sal y sobre todo azúcar, va a disminuir considerablemente el deterioro arterial que explicábamos, y está en su mano adoptar estas medidas. Además, el control de la tensión arterial, las cifras de colesterol y la diabetes son pilares básicos para no padecer un episodio trombótico. Por último, pero no menos importante, el abandono del tabaco es el mejor regalo que puede hacerse un individuo si pretende evitar una trombosis y permanecer sano a lo largo de su vida.