En España, 770.000 personas padecen insuficiencia cardiaca, una enfermedad que provoca más de 20.000 muertes anuales. Es también la primera causa de hospitalización por encima de los 65 años en nuestro país. Sin embargo, no solo afecta a los mayores: el estudio Real world heart failure epidemiology and outcome: A population-based analysis of 88,195 patients concluye que la padecen el 2,7% de los mayores de 45 años, además del 8,8% de los mayores de 74.
Según la American Heart Association, una de cada cinco personas mayores de 40 años padecerá insuficiencia cardiaca a lo largo de su vida. La buena noticia es que es una enfermedad prevenible, lo que significa que podemos reducir esas cifras evitando que aparezca. Y en caso de que ya la padezcamos, también contamos con medidas para tratarla.
Precisamente la concienciación es el objetivo de la campaña ‘No dejes que se apague’, a través de la que se informa a la población de los síntomas de la insuficiencia cardiaca para que los identifique de forma temprana, acuda al médico y se puede llegar así a un diagnóstico y tratamiento precoz de la enfermedad, lo que contribuirá a mejorar la calidad de vida del paciente y a disminuir su riesgo de muerte. Y es que, la insuficiencia cardiaca es una enfermedad con una elevada mortalidad: su supervivencia se sitúa en torno al 50% a los cinco años del diagnóstico.
En este vídeo, tres pacientes con insuficiencia cardiaca, María Ángeles, Iñaki y Santiago, cuentan cómo descubrieron que tenían insuficiencia cardiaca. “Empecé a notar que me faltaba el aire al subir las cuestas”, cuenta Iñaki. “Creo que lo principal es confiar en el médico de cabecera, acudir en cuanto te notas hinchado o te cuesta respirar o te notas muy acelerado”, añade.
Para María Ángeles y Santiago, el diagnóstico de insuficiencia cardiaca llegó tras un infarto. “Cuando te lo comunican, tú no sabes bien qué significa”, comenta Santiago. “He tenido mucho miedo durante mucho tiempo. Ahora vivo tranquila, porque sé cómo reaccionar (…). El 50% lo ponen los médicos, pero el otro 50% lo ponemos nosotros, la actitud”, dice María Ángeles, algo en lo que coincide Santiago: “Se trata de cuidarse porque lo que quieres es vivir más”.
Contestamos a los interrogantes más frecuentes sobre esta enfermedad.
¿Qué es la insuficiencia cardiaca?
La insuficiencia cardiaca (IC) es una enfermedad grave que ocurre cuando el corazón es incapaz de bombear la sangre de forma adecuada y, por tanto, no consigue enviar el oxígeno y los nutrientes necesarios a todos los órganos del cuerpo.
Existen dos tipos de insuficiencia cardiaca: la insuficiencia cardiaca crónica (más frecuente y cuyos síntomas se manifiestan con lentitud a lo largo del tiempo y va empeorando de forma paulatina); y la insuficiencia cardiaca aguda (aparece repentinamente, en muchas ocasiones tras un infarto, y los síntomas son graves).
¿Qué señales pueden alertarnos de que tenemos insuficiencia cardiaca?
Pueden pasar desapercibidos, pero habitualmente la insuficiencia cardiaca viene acompañada de algunos de estos síntomas:
- Falta de aire con los esfuerzos o al acostarse (en ocasiones, al estar acostado se presenta tal sensación de ahogo que el paciente se ve obligado a levantarse y dormir sentado).
- Cansancio.
- Hinchazón en piernas, tobillos y/o abdomen. La insuficiencia puede provocar que el flujo de sangre a los riñones no sea suficiente, y por eso se produce retención de líquidos por disminución de la orina. Esta hinchazón suele localizarse en las piernas, los tobillos o el abdomen.
- Palpitaciones o pulso irregular.
- Falta de apetito.
- Mareos.
¿Qué podemos hacer para prevenirla?
Aunque es una enfermedad muy prevalente, se puede intentar prevenir controlando los factores de riesgo que la provocan. Y las herramientas para hacerlo están al alcance de todos: seguir un estilo de vida saludable practicando ejercicio, consumiendo fruta, verduras, legumbres y pescado, y reduciendo la cantidad de alimentos grasos y el consumo de sal es la principal recomendación. Así mismo es importante evitar el alcohol, ya que puede debilitar el músculo cardiaco. También es clave controlar factores de riesgo como la hipertensión arterial, niveles elevados de colesterol y la diabetes.
¿Y para tratarla?
Además de llevar un estilo de vida saludable, existen diferentes tipos de fármacos que pueden ayudar a controlar la insuficiencia cardiaca. Entre ellos, vasodilatadores, betabloqueantes, diuréticos y anticoagulantes.
En caso de que el cardiólogo lo considere necesario, es posible que recomiende dispositivos implantables como marcapasos, resincronizadores o desfibriladores. Se trata de corregir alteraciones del ritmo cardiaco y mejorar la eficiencia de la contracción del corazón a través de impulsos eléctricos, que es la función de estos dispositivos.
Por último, también es posible que sea necesaria una intervención. Entre las opciones se encuentran la angioplastia primaria, que reduce las consecuencias de un infarto agudo, el reemplazo de válvulas cardiacas, y en casos graves, trasplante cardiaco o implante de asistencias ventriculares (sistemas mecánicos portables para bombear la sangre en sustitución del corazón).
¿Podemos practicar ejercicio si la padecemos?
No solo podemos, sino que es aconsejable. Diversos estudios han demostrado que la práctica de ejercicio físico moderado y controlado como pasear, montar en bicicleta o nadar trae muchos beneficios al paciente con insuficiencia cardiaca, mejorando notablemente su calidad de vida.