¿Qué ha cambiado en nuestra alimentación durante el confinamiento? ¿Ha traído la pandemia por COVID-19 cambios en nuestra rutina alimenticia con el objetivo de protegernos frente a un posible contagio? Son algunas de las preguntas que se ha hecho el estudio ‘Cambios en los hábitos alimentarios durante el periodo de confinamiento por la pandemia COVID-19 en España’, publicado en Revista Española de Nutrición Comunitaria. Y según los datos obtenidos cinco semanas después del inicio del periodo de confinamiento, entre los días 21 de abril y 8 de mayo de 2020, sí hemos cambiado algunas de nuestras rutinas alimenticias.
Esos cambios han consistido en un mayor consumo de frutas, verduras, legumbres y pescados y un menor consumo de productos de bollería, dulces, aperitivos salados, bebidas azucaradas y bebidas con alto contenido alcohólico. También se ha reducido el consumo de carnes procesadas, pizza, cordero o conejo. Pero además ha habido otros cambios saludables que beneficiarán a nuestra salud cardiovascular, como el de que ahora cocinamos más en casa.
Estas son algunas de las principales conclusiones del estudio:
Más cocina en casa
La comida precocinada no ha sido la más consumida durante el confinamiento. De hecho, ha aumentado el porcentaje de personas que cocinan en casa. El 62,5% de los participantes en el estudio ya cocinaba en su casa habitualmente, y siguió haciéndolo durante el confinamiento. Pero además, un 14,1% se sumó a este colectivo y comenzó a cocinar en casa aunque antes de la pandemia no lo hacía con regularidad.
Más alimentos saludables
Los principales cambios en la alimentación se refieren a productos como los aperitivos salados, las galletas, productos de bollería y chocolate, además de las bebidas alcohólicas fermentadas y destiladas. Para estos alimentos y bebidas, los participantes en la investigación dicen haber reducido su consumo en este periodo entre un 25,8% - caso de la bollería industrial-, y un 44,2% - porcentaje en el que se ha reducido la ingesta de las bebidas alcohólicas destiladas-. Las bebidas azucaradas también se consumieron menos, en concreto un 32,8% menos. Igualmente se ha reducido el consumo de carnes procesadas en un 35,5%, carne de cordero o conejo en un 32% y pizza en un 32,6%.
Los alimentos para los que se ha referido haber aumentado su consumo con mayor frecuencia son fruta (27%), huevos (25,4%), legumbres (22,5%), verduras (21%) y pescado (20%).
Más cambios en los mayores
El estudio especifica que las personas de 55 o más años dicen haber reducido significativamente más el consumo de pollo, cerdo, vacuno y carnes procesadas que los otros grupos de edad más jóvenes. El mismo colectivo redujo la ingesta respecto al consumo habitual de conservas de pescado, galletas y productos de bollería, chocolate y bebidas azucaradas, en las que se incluyen los refrescos y los zumos comerciales.
Diferencias entre hombres y mujeres
Los cambios en la alimentación son diferentes si nos detenemos en el sexo. Según la investigación, los hombres refieren en mayor medida que las mujeres consumir menos carne de vacuno durante el confinamiento, otras carnes y conservas de pescado. También se reduce más en ellos el consumo de galletas, dulces y bollería, mientras que una mayor proporción de mujeres dice consumir mayor cantidad de estos alimentos dulces durante el confinamiento.
Desde la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) afirman que la situación surgida por la pandemia de la COVID-19 puede constituir un momento de reflexión que permita revertir la tendencia que en las últimas décadas nos ha alejado de la dieta mediterránea y la alimentación saludable. Así podríamos regresar a “una cultura alimentaria basada en los productos de la agricultura local, de cercanía, con una gastronomía que formaba parte de la cultura del entorno social y humano”, como dice la investigación.
La alimentación es, junto a la práctica de actividad física de forma frecuente, una herramienta fundamental en la prevención de la enfermedad cardiovascular. Ayuda a controlar factores de riesgo como la hipertensión, la obesidad o los niveles elevados de azúcar y colesterol. De ahí que resulte esencial mantener una dieta saludable y procurar que nuestros hábitos alimenticios se basen en la dieta mediterránea, organizando bien nuestras compras, formas de cocinado y horarios de comidas.