Es una de las pruebas diagnósticas que se realizan en los servicios de cardiología, y a través de ella se obtienen imágenes del corazón. Pero, ¿cómo se realiza el ecocardiograma de esfuerzo? ¿Y cuándo está indicado?
Como explica el doctor Alex Ruiz Majoral, del Servicio de Cardiología del Hospital Universitari de Bellvitge, en este vídeo de la sección #telodigodecorazón, se realiza en aquellos pacientes en los que hay sospecha de que tienen una patología coronaria. Por ejemplo, cuando tienen dolor torácico, ya que la ecocardiografía de esfuerzo permite un diagnóstico de alteraciones o enfermedad de las arterias coronarias. También se realiza en pacientes en que ya se conoce que tiene una enfermedad coronaria porque la realización de esta ecocardiografía de esfuerzo permite una valoración más precisa, pudiendo conocer si la medicación que está tomando el paciente es suficiente.
Únicamente no está indicada en aquellos pacientes que pueden presentar una cierta inestabilidad porque padecen angina inestable con episodios recientes o recurrentes, o bien presentan una situación de insuficiencia cardiaca que no está compensada. En esos casos se deben considerar otras posibilidades diagnósticas.
Cómo se realiza
Esta técnica se basa en ecocardiografía del corazón mediante ultrasonidos, y se realiza primero en una situación basal de reposo para posteriormente hacer un estudio después de haber realizado un esfuerzo. Mediante un transductor que se desplaza por el tórax se consiguen obtener imágenes del corazón en movimiento. El objetivo es provocar situaciones en que pueda haber anomalías del corazón que pueden pasar desapercibidas en reposo pero aparecer durante el ejercicio o el esfuerzo.
En primer lugar, el paciente se tumba en una camilla, desde donde se le realiza una ecocardiografía completa, en la que se observa la contractilidad o la motilidad de los distintos territorios miocárdicos que a su vez dependen de distintas arterias coronarias.
Para ello, al paciente se le colocan unos electrodos en el tórax para ir realizando electrocardiogramas. Posteriormente, el paciente se coloca o bien en una cinta rodante o bien en una bicicleta donde realiza ejercicio. Este ejercicio sigue un protocolo prestablecido que va aumentando gradualmente. En cada etapa se registra un electrocardiograma, la frecuencia cardiaca, la presión arterial y se observa la motilidad o la contractilidad de todos los territorios miocárdicos.
Es importante que el paciente durante la exploración advierta de cualquier síntoma o molestia que vaya presentando porque, en ocasiones, se debe valorar la suspensión o la finalización de la prueba. Si no presenta ningún síntoma, el paciente continúa con el ejercicio hasta que llegue a una situación de cansancio o de agotamiento o hasta que alcance una frecuencia cardiaca suficiente, que se calcula previamente según la edad del paciente.
Una vez realizado el ejercicio, debe permanecer en reposo durante una fase de recuperación donde todas sus constantes - la frecuencia cardiaca, la presión arterial y el registro electrocardiográfico y las alteraciones posibles ecocardiográficas que hayan aparecido- vuelvan a su situación basal.
La duración de la prueba oscila entre 45 y 60 minutos. El paciente debe estar en ayunas unas tres horas antes de la realización de la prueba. También se aconseja evitar previamente comidas copiosas y el consumo de café o de té. Las medicaciones pueden seguir tomándose si se consideran imprescindibles. Se aconseja que acuda con ropa cómoda y zapato tipo deportivo.