Entre la población española mayor de 18 años, un 16,5% de hombres y un 15,5% de mujeres padecen obesidad, porcentaje que se incrementa aún más en los hombres en los grupos de edad de 35 a 74 años. Además, un 44,9% de hombres y un 30,6% de mujeres padecen sobrepeso. Son datos de la Encuesta Europea de Salud en España del año 2020, e indican que un considerable porcentaje de la población se encuentra en riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular.
De hecho, la obesidad es, junto con el sobrepeso, el factor de riesgo cardiovascular más común en pacientes que han sufrido un infarto de miocardio: más de dos tercios de los pacientes con enfermedad coronaria tienen sobrepeso u obesidad, como indica el artículo ‘Obesidad y Corazón’ publicado en Revista Española de Cardiología. Sin embargo, también se trata de un factor de riesgo modificable, que podemos controlar, y al hacerlo estaríamos reduciendo las posibilidades de que la enfermedad cardiovascular aparezca.
¿Qué es la obesidad?
La obesidad se produce por la acumulación excesiva en el organismo de reservas de energía en forma de grasa, y el estilo de vida actual ha contribuido a aumentar las cifras de quienes la sufren. Hablamos de obesidad cuando el índice de masa corporal -el parámetro que relaciona el peso y la talla- supera 30 kilos por metro cuadrado, mientras que sobrepeso se considera cualquier cifra entre 25 y 29,9 kilos por metro cuadrado. Se calcula dividiendo el peso en kilogramos entre el cuadrado de la estatura en metros.
¿Qué consecuencias tiene?
El corazón es uno de los órganos afectados en quienes padecen obesidad. La razón es que sufre una sobrecarga de trabajo y de aumento de presión porque necesita mover más sangre a más volumen de tejido, por lo que puede acabar influyendo en la capacidad del corazón de bombear la sangre de forma adecuada.
Pero además, la obesidad multiplica las posibilidades de presentar otros factores de riesgo cardiovascular como la hipertensión arterial - se estima que la hipertensión es 2,5 veces más frecuente en los obesos que en las personas de peso normal-, niveles de colesterol elevados y diabetes mellitus, que a su vez elevan el riesgo de sufrir otras enfermedades cardiovasculares.
¿Cómo combatirla?
El organismo acumula grasa o utiliza la grasa acumulada dependiendo del balance entre la ingesta de calorías y la actividad física que realizamos. De ahí que para combatir la obesidad sea clave buscar un equilibrio entre los alimentos que consumimos y el grado de ejercicio físico.
Comer de forma saludable, priorizando el consumo de verduras, legumbres, frutas y cereales integrales, y reduciendo tanto azúcares libres como grasas trans, además de limitar la ingesta de grasas saturadas en favor de las no saturadas, presentes en pescados, aguacates, frutos secos y aceite de oliva, es la medida más eficaz para prevenir la obesidad si la combinamos con otra herramienta fundamental: seguir una rutina deportiva. Esta debe incluir como mínimo entre 150 y 300 minutos semanales dedicados a la práctica de actividad física aeróbica de intensidad moderada.