En los últimos años, ha disminuido la ejecución de trabajo físico, hecho que ha resultado perjudicial para el individuo y costoso para la sociedad debido a que ha provocado un aumento simultáneo del número de enfermedades cardiovasculares.
La acción beneficiosa del ejercicio se ha demostrado, no sólo en sujetos sanos, sino también en pacientes con cardiopatía en los que ha supuesto una mejora de la calidad de vida.
Sin embargo, la actividad física no está exenta de riesgo debido, en algunos casos, a un esfuerzo excesivo y desproporcionado en relación con la capacidad física de la persona, y en otras ocasiones por las propias característcias del ejercicio practicado.
El deporte, como parte de un estilo de vida, está prácticamente al alcance de todos; algo que no ocurre con el deporte de competición que supone realizar un entrenamiento cuyo objetivo es mejorar el rendimiento físico, y siempre lleva implícito el estrés fisiológico y psicológico de la competición. En consecuencia, la aptitud para la práctica deportiva en un paciente cardiópata dependerá de la limitación en la forma física que produzca la propia cardiopatía, del tipo de deporte y del nivel de dedicación.
¿Cuál te conviene?
La exigencia cardiovascular de los deportes depende del componente dinámico y estático del entrenamiento o la competición, de tal forma que las prácticas de bajo componente estático y dinámico como el golf, tiro olímpico o el billar están prácticamente al alcance de todos; mientras que los de alta demanda cardiovascular como el ciclismo, la canoa, el remo o el triatlón exigen tener una buena salud cardiovascular para practicarlos sin riesgo.
Las actividades deportivas más recomendables son aquellas en las que participan múltiples grupos musculares. Las más aconsejadas son la carrera continua, ciclismo de carretera por terreno llano, golf y la natación. Mientras que el remo o el decatlón es mejor evitarlos, salvo en casos de pacientes con bajo riesgo y alta capacidad funcional.
Cuidado con la intensidad
El riesgo de sufrir un accidente cardiovascular aumenta durante la realización de una actividad deportiva intensa. Los principales mecanismos involucrados en el accidente guardan relación con los cambios que se producen durante el ejercicio en el aparato circulatorio y en el sistema eléctrico del corazón. Estos pueden variar según el tipo, duración e intensidad del ejercicio realizado.
La edad no sólo condiciona el riesgo, sino también la causa del mismo:
- En los deportistas jóvenes (menores de 30 años) el riesgo de una muerte súbita con el deporte es excepcionalmente pequeño. Las causas en este grupo de población son un amplio abanico de enfermedades cardiovasculares estructurales, en muchos casos de naturaleza congénita, los síndromes arritmogénicos, las miocarditis, las malformaciones vasculares cerebrales, el asma bronquial o la contusión cardiaca.
- En el grupo de deportistas mayores de 30 años, la cardiopatía isquémica es la primera causa de fallecimiento demostrándose, en más del 90 por ciento de los casos, una coronariopatía.
Aunque existe evidencia de que el ejercicio físico de resistencia ejerce un efecto protector en el desarrollo de arterioesclerosis coronaria, y que la probabilidad de padecer cardiopatía isquémica es menor en los que practican deporte, el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular está aumentado durante o inmediatamente después del ejercicio.
Reconocimiento médico
Desgraciadamente, la mayoría de los deportistas jóvenes con patologías de riesgo están asintomáticos y presentan un excelente rendimiento deportivo; mientras que los deportistas mayores desconocen que son portadores de lesiones coronarias subsidiarias de un accidente isquémico agudo, por lo que se consideran sanos. Por ello, es tan importante conocer el estado de nuestra salud antes de empezar la práctica deportiva. La principal herramienta para detectar de forma precoz las personas que pueden tener algún tipo de riesgo, es el reconocimiento medico previo, el cual deberá incluir pruebas diferentes según la edad. Depende del propio deportista el deber de velar por su salud, debiendo pasar este reconocimiento anual o bianualmente según el deporte y el nivel de dedicación.
¡Toma nota!
Si durante un entrenamiento o una competición aparecen palpitaciones, mareo, sensación de falta de aire o de desvanecimiento, hay que cesar la práctica de ejercicio y consultar con el médico.
Autora
Dra. Araceli Boraita Pérez, jefa de Servicio de Cardiología del Centro de Medicina Deportiva. Consejo Superior de Deportes de Madrid y presidenta de la Sociedad Castellana de Cardiología.
Artículo publicado en el número 79 de la Revista 'Corazón y Salud'