Casi 64.000 mujeres perdieron la vida en España por enfermedades relacionadas con el sistema circulatorio a lo largo de 2014. Una cifra incluso más alta que la de los hombres, cuyos fallecimientos por este motivo en aquel año no llegaron a 54.000 según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Sin embargo, la percepción de que las enfermedades relacionadas con el corazón son cosa de hombres sigue estando presente en la mayoría de la sociedad.
Según los expertos, esa realidad no ayuda ni a prevenir ni a evitar las muertes por infarto entre las mujeres. “La enfermedad tiene una construcción social, e históricamente se ha asociado el infarto con una enfermedad de los hombres laboralmente activos. La realidad es completamente diferente”, asegura la doctora Paola Beltrán, coordinadora del grupo de trabajo de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) Mujeres en Cardiología. “Las enfermedades cardiacas son la primera causa de muerte en las mujeres”, afirma.
De hecho, el pronóstico entre las mujeres que han sufrido un infarto suele ser peor que el de los hombres tras la hospitalización. Existen diferencias biológicas y sociales que pueden explicar este escenario. Según la doctora Beltrán, desde el punto de vista biológico las mujeres presentan con mayor frecuencia síntomas atípicos, lo que hace que la búsqueda de ayuda médica se retrase, y consecuentemente lo hace también el diagnóstico. A esa circunstancia se suma la citada percepción social acerca de que la mujer tiene un riesgo cardiovascular bajo, lo que trae como conscecuencia que la posibilidad de que esté sufriendo un infarto sea muchas veces infravalorada.
Por eso es clave que las mujeres conozcan que ellas también son vulnerables a la enfermedad cardiovascular y que esta presenta síntomas muy variados que hacen más difícil el diagnóstico. La coordinadora del grupo de trabajo de la SEC Mujeres en Cardiología recuerda que el colectivo femenino sufre con más frecuencia “náuseas, vómitos e indigestión, y también refieren más a menudo dolor en el centro de la espalda y en la mandíbula. Además, las mujeres premenopáusicas suelen presentar con mayor frecuencia que las posmenopáusicas síntomas atípicos, mientras que las mujeres de edad avanzada pueden referir disnea súbita”, dice recordando que “lo más importante es que las mujeres seamos conscientes de que cualquiera de estos síntomas puede ser un infarto y hay que solicitar ayuda médica de forma precoz”.
¿Cómo prevenir?
Actuar rápido una vez que los síntomas están presentes puede evitar el peor de los deselances, pero resulta aún más importante la prevención, la forma más eficaz de luchar contra la enfermedad cardiovascular. Un paso clave para lograrla es “cambiar la percepción de la enfermedad. Las enfermedades coronarias causan 20 veces más muertes que el cáncer de mama pero la percepción de riesgo es claramente inferior. Aumentar la conciencia del riesgo entre la sociedad general y las propias mujeres es fundamental”, asegura la doctora Beltrán.
Conociendo ese riesgo será más sencillo prevenir la enfermedad adoptando hábitos de vida cardiosaludables -ejercicio frecuente, alimentación saludable, evitar el tabaco y el exceso de alcohol- y acudiendo al médico para realizar controles de la salud cardiovascular especialmente cuando llega la menopausia. Según explica Beltrán, “a partir de ese momento se produce un cambio en los factores de riesgo en relación a la disminución de la síntesis de estrógenos. La disminución de los estrógenos se asocia con rigidez arterial, mayor incidencia de obesidad, diabetes e hipertensión arterial”, todos ellos factores de riesgo para la enfermedad cardiovascular.