Según los especialistas, la forma más eficaz de luchar contra las enfermedades cardiovasculares es a través de la prevención. El 90% de los infartos se asocia a factores de riesgo clásicos conocidos y modificables, de ahí que la práctica totalidad de ellos se puedan prevenir si vigilamos esos factores de riesgo.
El cardiólogo Manuel Abeytua, presidente de la Sección Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española del Corazón (SEC), explica que para una prevención completa que garantice salud a nuestro corazón debemos prestar atención a estos aspectos:
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Actividad cotidiana. Evitar el sedentarismo manteniendo una actividad física frecuente es una de las mejores herramientas para evitar que la enfermedad cardiovascular aparezca. Sin embargo, no es suficiente con hacer algo de deporte semanal. “Hay personas que caminan una hora al día pero luego están toda la tarde sentadas viendo la televisión, por ejemplo. Esas personas tienen actividad física pero también son sedentarias, y hay que romper ese sedentarismo consecuencia de estar horas frente a la televisión caminando por la casa en los anuncios o buscando cualquier otra actividad que evite un sedentarismo muy prolongado”, explica el doctor Abeytua.
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Peso. También es clave vigilar nuestro peso, ya que la obesidad es un factor de riesgo importante que además está relacionado con otros factores de riesgo y enfermedades como la diabetes y la hipertensión arterial. Para saber si estamos en nuestro peso hay una fórmula sencilla que podemos aplicar: dividir el peso en kilos entre la altura en metros y dividir de nuevo el resultado entre la altura en metros. “Lo ideal es que la cifra resultante esté entre 20 y 25. Si está por encima de 30 ya es obesidad y si está entre 25 y 29, sobrepeso”, advierte el presidente de la Sección Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la SEC.
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Colesterol. Se trata de un factor de riesgo importante, ya que es uno de los componentes de la placa de ateroesclerosis que se puede ir formando en nuestras arterias, la misma que endurece y estrecha las arterias reduciendo el flujo sanguíneo al músculo cardíaco y aumentando la probabilidad de que se formen coágulos. “Para controlarlo, además de hacer actividad física, que ayuda a bajarlo, hay que seguir una alimentación rica en verduras, hortalizas y pescado”, dice el doctor Abeytua. ¿Significa eso que no podemos comer carne? La respuesta de los especialistas es que no. “Se puede comer de todo pero teniendo en cuenta que deberíamos comer pescado por lo menos tres veces en semana y todos los días fruta y verdura”, añade Abeytua.
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Tensión arterial. Si una persona es hipertensa, resulta fundamental vigilar su presión arterial para que no supere las cifras recomendadas (130/80 mmHg). “Lo ideal es vigilar la presión arterial con el apoyo de una persona experta (médicos y enfermeras), pero además es importante controlarla también de modo personal: si somos hipertensos debemos tener un tensiómetro en casa porque seguramente el profesional sanitario nos pedirá que nos tomemos la tensión a distintas horas del día. Además, si tenemos un mareo es importante saber qué tensión arterial tenemos en ese momento. Si la tensión arterial es normal y la frecuencia del pulso también, sabemos que ese mareo no está relacionado con un problema cardiaco. Pero si la presión arterial está muy baja o muy alta habrá que modificar las dosis de la medicación o tomar otras medidas”, indica el doctor Manuel Abeytua.
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Diabetes. Al igual que los hipertensos, los diabéticos deben controlarse, en este caso midiendo sus niveles de azúcar. “Todos los factores de riesgo están relacionados entre si. Un diabético no se puede controlar si tiene obesidad, lo que significa que debe vigilar la alimentación e incluir en sus rutinas la actividad física. Se puede tener una calidad de vida excelente vigilando todos estos factores de riesgo”, asegura Abeytua.
Antecedentes familiares
Si todos debemos controlar estos factores de riesgo para poder evitar la enfermedad cardiovascular, quienes deben llevar un control aún mayor, con revisiones periódicas marcadas por el especialista, son aquellos que tengan antecedentes familiares que puedan alertar sobre una posible dificultad, como que un familiar masculino de primer grado (padre o hermano) haya sufrido un infarto antes de los 55 años o un familiar femenino de primer grado (madre o hermana) haya sufrido un infarto antes de los 65 años.
“Cada vez se demuestra más que las enfermedades tienen muchos componentes familiares”, explica Abeytua. “Por una parte puede haber un contenido genético. Si en una familia todos los miembros tienen muy alto el colesterol, es muy probable que haya un contenido genético y que ciertos descendientes puedan tener el colesterol alto, y en tal caso hay que hacer analíticas y ver qué medidas tomar. Por otra, en ocasiones las enfermedades son familiares aunque no sean genéticas porque es posible que no haya componente genético pero se compartan hábitos que repercuten en la salud. En cualquier caso, cuando hay una enfermedad familiar hay que aumentar la vigilancia sobre la salud cardiovascular”, dice el presidente de la Sección Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la SEC.
La prevención en la mujer
Todas la recomendaciones relacionadas con la prevención dadas por los especialistas en salud cardiovascular se dirigen a hombres y mujeres, ya que ambos pueden desarrollar enfermedades cardiovasculares. La única diferencia es que la mujer puede verse afectada más tarde, ya que hasta que llega la menopausia está parcialmente protegida por los estrógenos fisiológicos. Sin embargo, a partir de entonces “tiene unos factores de riesgo incluso mayores que los hombres: más obesidad, más hipertensión y más diabetes. Y muchas veces son también más sedentarias”, explica Abeytua, que hace una llamada de atención sobre otro factor de riesgo que afecta especialmente a la mujer: el tabaquismo.
“En los últimos años se ha incrementado de forma muy alarmante en la mujer, de tal manera que ahora la mujer fuma más que el hombre, y entre los jóvenes ellas comienzan a fumar antes que ellos, concretamente a los 13 años. Hay estudios que han demostrado que la enfermedad coronaria y el infarto de miocardio ha aumentado de una forma importantísima en la mujer respecto del hombre, y el tabaco ha podido influir en ello”, advierte Abeytua, que explica que según un estudio europeo realizado en 1995, solo el 12% de los infartos se daban en mujeres menores de 60 años. Sin embargo, en 2010 la cifra ya era del 25%. “En ese tiempo las mujeres fumadoras habían pasado del 37 al 71%”, advierte.