Se calcula que cuando una persona sufre un paro cardiaco, sus posibilidades de supervivencia disminuyen un 10% cada minuto que pasa si nadie inicia la reanimación cardiopulmonar. Por eso, la rapidez resulta clave en este tipo de situaciones. Lo primero es llamar al 112 para pedir ayuda alertando a los profesionales sanitarios de lo ocurrido. Sin embargo, nuestra actuación no debería terminar ahí.
El tiempo que pasa hasta que el equipo sanitario llega es vital, y si queremos aumentar las probabilidades de supervivencia de la persona que ha sufrido el paro deberíamos comenzar las maniobras de reanimación cardiopulmonar básica, cuyo objetivo es sustituir, en lo posible, las funciones del corazón y la respiración hasta que se reestablezcan de forma espontánea o se estabilicen utilizando máquinas o fármacos.
De ahí la insistencia del colectivo médico en que se generalice el aprendizaje de técnicas de reanimación cardiopulmonar básica con el que aumentar las posibilidades de supervivencia de quienes sufren un paro cardiaco en plena calle o en sus casas, que son los escenarios más frecuentes. De esa forma, se podrían salvar muchas vidas mientras llega ayuda profesional. Aunque la supervivencia actual tras un paro cardiaco se sitúa en torno al 5%, podría aumentar al 15% si se practican las maniobras de RCP e incluso alcanzar el 30% si además hay un programa de desfibriladores en el área, lo que significarían entre 4.500 y 9.000 muertes menos al año sólo en nuestro país.
Si nos encontramos en una situación de emergencia que incluye un paro cardiaco podemos poner en marcha cuatro sencillas acciones que empiezan tras reconocer que lo que le está ocurriendo a la persona afectada es una parada cardiorespiratoria. Entonces, tras realizar una llamada a emergencias alertando al 112, deberíamos seguir estos pasos:
1. Preguntar a la persona afectada si se encuentra bien. Si no responde, comprobar si respira. Para saberlo la opción más eficaz es observar su pecho y ver si sube y baja.
2. En caso de que no respire, movemos su cabeza hacia atrás y abrimos su boca
3. Comenzamos el masaje cardiaco con una frecuencia de 100 compresiones por minuto. Es importante mantener los brazos estirados y hacer fuerza hacia abajo. Las manos se colocan en el esternón, a la altura del centro del pecho. Para saber el ritmo que debemos mantener en las compresiones podemos seguir el de canciones como Stayin' Alive.
4. Pedir un desfibrilador, un aparato que ayuda a que el corazón vuelva a latir. Una vez hemos comenzado a hacer el masaje cardiaco, abrimos el desfibrilador y colocamos los parches sobre el pecho de la persona, tal y como aparece en la imagen que incluye el desfibrilador, que irá diciendo los pasos a seguir hasta que llegue la ambulancia.
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