Intensa, pero con mucho menos impacto en las articulaciones que los deportes terrestres. Así es la gimnasia bajo el agua, una actividad a tener muy en cuenta para cuidar nuestro corazón.
En estos tiempos de fiebre 'runner', el 'aquarunning' es una opción fabulosa para entrenar o para continuar practicando la carrera cuando se está lesionado. Además de que se amortigua el impacto contra el suelo, se calcula que 15 minutos de carrera acuática equivale a una hora de 'running' terrestre. Mejora el rendimiento y la eficacia respiratoria, beneficia el sistema cardiovascular, fortalece piernas, abdomen y brazos, moldea y tonifica. También quema calorías: los beneficios de esta gimnasia se notan en la cintura. La cantidad de calorías quemadas por minuto puede dispararse a 11, en comparación a las 8,5 ejercitándote en tierra. ¿La razón? La densidad del agua, 800 veces superior a la del aire.
“El aquagym empezó por la rehabilitación”, cuenta Rodrigo Martín, instructor de esta modalidad de fitness. En cuanto se comprobaron las virtudes curativas y deportivas del ejercicio acuático, han saltado a las piscinas legiones de entusiastas de la gimnasia en el agua. Es una disciplina habitual en los centros deportivos que cuentan con piscina. “El aquagym refuerza las inserciones a nivel muscular, las articulaciones y los huesos”, detalla Rodrigo Martín.
Intensidad variable
Cuando la edad o las lesiones impiden practicar ejercicio, el aquagym y sus muchas variedades permiten ponerse a tono. No es, sin embargo, una actividad tan solo para mayores: “Cuando los jóvenes lo practican se dan cuenta de sus ventajas y repiten”, explica Rodrigo Martín. Este deporte, suave o más intenso, depende de la variedad que se elija y de la intensidad que le quiera imprimir el instructor. De sus modalidades, la más conocida es el aquaeróbic, una disciplina muy completa en la que se quema grasa y se trabajan piernas, brazos, glúteos, abdomen…
La intensidad de las sesiones varía: algunas se centran en la resistencia, otras en la actividad cardiovascular. Hay que olvidarse del falso mito de que es una disciplina muy suave en la que apenas se trabaja. Hay sesiones de esfuerzo muy intenso: “Hay clases en las que utilizamos música muy marchosa en las que la gente alcanza las 140 pulsaciones por minuto”, aclara el instructor Rodrigo Martín. Se utilizan divesos equipos y materiales de trabajo como churros, tablas, corchos o mancuernas, pero no pesan. “Aquí no importa el peso sino la amplitud de agua que mueves”, añade. Se practica una resistencia suave. Sin impacto fuerte, con muchas menos probabilidades de sufrir una lesión.
Otra ventaja añadida del aquagym es que es un deporte muy atractivo para cualquier época del año. Eso sí, se aconseja correr con unos escarpines (los hay específicos) porque, aunque el suelo de la piscina es rugoso, puede resbalar.
Artículo publicado por Blanca Vázquez en el Nº 125 de la revista Salud & Corazón.