Fatiga, falta de aire, hinchazón de las extremidades... Son algunos de los síntomas de la insuficiencia cardiaca, que pueden ser debidos a una contractilidad disminuída o a una pérdida de elasticidad del miocardio que dificulte el llenado de sangre para que sea impulsada al organismo. En ambos casos, se deben vigilar los factores de riesgo cardiovascular clásicos. Pero además, en estos pacientes hay que controlar también un micronutriente, el hierro, cuyo déficit puede acarrear problemas.
Fue el tema que centró la primera sesión del VI Foro Cardiovascular para Pacientes y Familiares, presentada y moderada por la doctora Almudena Castro, cardióloga en el Hospital Universitario La Paz de Madrid. En la charla, el doctor Alberto Esteban, cardiólogo de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, explicó que el hierro es un elemento químico que interviene en muchos procesos en nuestro organismo, “una especie de gasolina para las células, a las que sirve como energía”, y en pacientes con un corazón debilitado, tener el hierro bajo puede tener consecuencias muy negativas. La razón es que además de las limitaciones que esto produce en cualquier persona -cansancio, fatiga, dificultad para hacer ejercicio...-, el paciente con insuficiencia cardiaca que tiene déficit de hierro suele ingresar con más frecuencia en el hospital por episodios de descompensación cardíaca y presenta mayores índices de mortalidad si se compara con los pacientes con insuficiencia cardiaca que no tienen déficit de hierro. Un dato a tener cuenta dado que el porcentaje de pacientes con insuficiencia cardiaca y déficit de hierro es alto: alcanza el 50%.
¿Cómo resolverlo?
Para saber si un paciente con insuficiencia cardiaca tiene déficit de hierro únicamente hay que realizar un análisis de sangre. Sin embargo, los niveles que se toman como referencia en estos pacientes son más altos que para la población general. Según explicó el doctor Esteban, se considera que si un paciente con insuficiencia cardiaca tiene ferritina por debajo de 100 o una saturación por debajo del 20% teniendo entre 100 y 300 de ferritina, hay que corregir las cantidades de hierro.
La principal fuente de hierro la obtenemos de los alimentos. Sin embargo, el organismo absorbe solo pequeñas cantidades del hierro de vegetales y legumbres como espinacas y lentejas a pesar de que ambos productos sean ricos en hierro. El que se absorbe más fácilmente es el que contienen carnes y pescados. Pero aunque aumentemos la cantidad de carnes y pescados que ingerimos para incrementar el hierro en sangre, nos encontramos con otro problema, y es que no todo el hierro que proporcionamos al cuerpo a través de la alimentación va a ser absorbido ya que el organismo tiene unos mecanismos a través de los que marca un límite en la absorción. Además, en los pacientes con insuficiencia cardiaca, esta absorción sufre alteraciones.
Por eso en estos casos los especialistas recomiendan suplementos de hierro. Una posibilidad es el hierro administrado por vía oral, pero cuenta con limitaciones. Entre ellas, mala tolerancia gastrointestinal, absorción errática y efecto más lento. Por eso se ideó el hierro intravenoso, que se lleva directamente a la sangre sin necesidad de tener que sortear los problemas de la absorción. Así, al poco tiempo mejora el estado del paciente, que con el hierro recuperado reduce el número de ingresos hospitalarios y también baja el índice de mortalidad.