Los hospitales están preparados para atender infartos evitando contagios por COVID-19. Sin embargo, el miedo a ser infectado con el coronavirus está evitando que pacientes que necesitarían una rápida intervención médica por infarto se queden en casa. Es una de las conclusiones del estudioque ha desarrollado la Asociación de Cardiología Intervencionista de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) durante la primera semana de confinamiento, cuyos datos dicen que ha habido una reducción del 40% en el tratamiento del infarto durante el estado de alarma.
Como explican los autores del estudio, la situación es preocupante porque aumenta el riesgo de mortalidad, ya que no es que se produzcan menos infartos sino que no se acude a los centros hospitalarios en cuanto aparecen los síntomas. Y precisamente la atención temprana es vital, literalmente, en este caso, porque aumenta las posibilidades de supervivencia. Además, una intervención rápida puede reducir secuelas y favorecer la recuperación.
Por eso los cardiólogos piden que se tengan muy presentes los síntomas de infarto y se llame al 112 en cuanto el paciente sospeche que puede estar sufriéndolo.
Entre los síntomas más habituales, los cardiólogos enumeran los siguientes:
- Dolor tipo peso en la zona del esternón que no se modifica con los movimientos del cuerpo ni con la respiración y se prolonga más de 20 minutos.
- El dolor puede extenderse hacia la mandíbula, el cuello y la espalda, el brazo izquierdo y, en algunos casos, el brazo derecho.
- Sudor frío y mareo.
También pueden aparecer otros síntomas menos frecuentes como dolor en la parte alta del abdomen, dificultad para respirar, ganas de vomitar o pérdida de conocimiento.
Prevención
Para prevenir la aparición del infarto de miocardio es fundamental mantener a raya los factores de riesgo que podemos controlar. Estos consejos pueden servirte de ayuda:
- Alimentación saludable. Uno de los factores de riesgo cardiovascular que podemos evitar es la obesidad, a la que es posible combatir siguiendo la dieta mediterránea y evitando grasas saturadas, sal y azúcares. Elaborar una lista de la compra siguiendo las indicaciones de la pirámide saludable de alimentación antes de acudir al supermercado es buena idea.
- Ejercicio diario. Según la Organización MUndial de la Salud (OMS), el 30% de las cardiopatías isquémicas (infarto y angina de pecho) se deben al sedentarismo. Por el contrario, la actividad física protege nuestro corazón, además de ayudarnos a mantenernos en nuestro peso. Los especialistas recomiendan un mínimo de 30 minutos de actividad física moderada cinco veces a la semana.
- Vigilar y reducir los niveles de colesterol elevados. Una investigación de 2015 afirma que la hipercolesterolemia podría ser causa del 22% de todos los eventos coronarios, mientras que el estudio ENRICA apunta que podría estar detrás del 40% de los infartos cerebrales. La buena noticia es que podemos reducir los niveles de colesterol elevados y evitar así que se formen placas de ateroma en la pared de las arterias. De nuevo, la alimentación saludable y el ejercicio frecuente son claves para ello. En caso de que la dieta y el ejercicio físico no consigan rebajar los niveles por si solos, el médico optará por un tratamiento con fármacos.
- Controlar la presión arterial. Si tenemos hipertensión, podemos rebajar sus cifras con medidas no farmacológicas basadas en hábitos saludables como la alimentación equilibrada y el ejercicio. Si es necesario podemos añadir a esas medidas la ayuda de fármacos bajo prescripción médica.
- Control de la glucosa en sangre. Otro factor de riesgo cardiovascular es la diabetes. Si no se trata a tiempo aumenta el riesgo de que aparezcan enfermedades cardiacas y cerebrovasculares. Para evitar que aparezca, pero también para mantenerla controlada si ya lo ha hecho, practicar deporte y seguir la dieta mediterránea nos servirán de ayuda igualmente.
- Dejar de fumar. El consumo de cigarrillos es, según la OMS, una de las principales causas de las enfermedades cardiovasculares. La razón es que acelera la ateroesclerosis, la enfermedad de las arterias. Por eso, si queremos cuidar de nuestra salud cardiovascular, un paso imprescindible es el de dejar de fumar.